miércoles, 22 de diciembre de 2010

¡Feliz Navidad! ¡Feliz Año Nuevo!



Mis mejores deseos para todos los visitantes de este blog.
Por encima de todo, les deseo una vida afectiva rica y provechosa:
que aquellos que buscan su media naranja puedan encontrarla, y que quienes buscan relaciones casuales o pasajeras se cuiden, cuiden a los demás, y disfruten de esos momentos mágicos.
Mi saludo de este año es con Troy, uno de los hermosos modelos de Teens Boys World, y que es también uno de los "Papá Noeles" más lindos de la red.
Un brindis con todos ustedes, ¡Chin Chin!
























Y algunas fotos del álbum privado con su amiguito Dima:













martes, 7 de diciembre de 2010

El Caballero de la Salsa



Noche mágica en Montevideo.
Don Gilberto Santa Rosa, el Caballero de la Salsa, ofreció un recital en el Teatro de Verano, frente al Río de la Plata.
Una noche cálida y estrellada, especial para soñar, para dejarse llevar por esa música maravillosa, música para celebrar la vida, y por esa voz única, increíble.

Bailé todo el tiempo, como un poseído.
Ahora me levanté tarde y seguramente llegaré tarde al trabajo.
Pero este buen cansancio valió la pena.
¡Gracias, Don Gilberto!
Ojalá pudiéramos tenerlo más tiempo con nosotros.
Un abrazo para usted y para todo Puerto Rico.

Ahí va la letra de uno de los temas que más me gustan,
y que anoche escuché con tanta emoción:



Pido la paz para esta guerra, quisiera deponer mis armas
Parar con esta hostilidad que no conduce a nada
Te propongo una tregua,
Hago un llamado a tu conciencia
La mía ya me está matando, quien te está hablando se rindió
Perdió todas sus fuerzas, y hoy viene a suplicarte
Y a pedir perdón

Ay perdóname, perdóname
No me hagas llorar, no sé cómo hablar
ay perdóname, perdóname
Qué tengo que hacer, si quieres me rindo a tus pies

Quiero que sepas que he cambiado, que estar sin ti ha sido amargo
Por qué me tuve que perder y andar en malos pasos
Y hoy que vuelvo a encontrarte
Quisiera volver

Ay perdóname, perdóname
No me hagas llorar, no sé cómo hablar
ay perdóname, perdóname
Qué tengo que hacer, si quieres me rindo...

Perdóname, perdóname

lunes, 6 de diciembre de 2010

Alfonsina en Uruguay


La gran poetisa argentina Alfonsina Storni nace en Sala Capriasca, Cantón Ticino de la Suiza Italiana, el 29 de mayo de 1892. Vive en Argentina a partir de 1896.
Escribe su primer poema a los doce años, y de allí en más se convertirá en una de las voces femeninas fundamentales de la poesía latinoamericana.

                                        Casa natal de Alfonsina en Sala Capriasca, Suiza


Alfonsina a los dos años con su hermana María (arriba) y a los trece con su hermano menor Hildo Alberto (abajo)

En 1920 viaja por primera vez a Montevideo, invitada por nuestra Universidad para dar conferencias. Su disertación sobre Delmira Agustini es calificada de “extraordinaria” por los diarios de la época.

Juana de Ibarbourou, años después, la recordará como alguien alegre, de conversación chispeante, a veces muy aguda, a veces sarcástica, con quien nunca congenió. “Nuestros corazones no se encontraron jamás”, dice Juana, “era imposible que coincidiéramos en algo”.
“Un núcleo de lo más granado de la sociedad y de la gente intelectual la rodeó siguiéndola por todos lados. Alfonsina, en ese momento, pudo sentirse un poco reina. Tuvo su corte. Tuvo sus cortesanos. Ella reía, jugaba; pero creo que también fue herida en el juego... Cuando el barco partió, llevándosela, Alfonsina dejó tras sí una estela de simpatías profundas; y algo más; alguien, en el muelle, encendía pequeñas luces hasta que el barco ya no fue visible; en la noche, Alfonsina debió verlas en forma de corazón.”
Cuenta Arturo Capdevila que, de regreso en Buenos Aires, Alfonsina escribió a un amigo: “Conocí la apoteosis, y ahora estoy sola, como desterrada, extrañando tanto que desearía volverme en seguida; pero yo no sé si las pequeñas luces de la noche volverán a recibirme en la mañana. En todo caso temo que parezcan, ya, corazones que se están apagando.”
Alfonsina quedó prendada de Montevideo, y dedicó varias poesías a la ciudad y a otros lugares de nuestro territorio.
En aquel primer viaje la impresionó vivamente la vista de los dos cementerios de Montevideo que miran al mar, el Central y el del Buceo, al cual dedicó una poesía sublime, que empieza diciendo:
“Decid, oh muertos, ¿quién os puso un día
así acostados junto al mar sonoro?”

Durante su estadía en playas uruguayas en 1935, la poetisa descubre que tiene un tumor en el pecho izquierdo.
En las dos fotos siguientes, la vemos leyendo sus poemas del libro “Mundo de Siete Pozos” en la radioemisora montevideana CX 12 Westinghouse, más precisamente en la audición conducida por el joven poeta Nicolás Fusco Sansone y llamada “30 Minutos en el Mundo de la Cultura”.
Fue en marzo de 1935.


Alfonsina volvió a Montevideo en enero de 1938. Gastón Figueira, cuya relación con la Storni comentaremos en el próximo artículo, recuerda esa visita:
“...Y así llegó aquel luminosísimo verano de 1938 en que, hallándose casualmente Gabriela Mistral en Río de Janeiro- realizando en la mágica ciudad su primera estada, luego de algunos pasajes rápidos, de simple escala naviera- efectuáronse en Montevideo los Cursos Sudamericanos de Vacaciones y se pensó -¡certero pensamiento!- en la conveniencia de invitar a la escritora chilena a tomar parte en un acto de dichos cursos, acompañada de Juana de Ibarbourou y de Alfonsina Storni, que se hallaba de vacaciones en el pintoresco departamento de Colonia, a poquísimas horas de la capital uruguaya.”

                                                        Gabriela, Alfonsina y Juana

Así evoca ese último encuentro con Alfonsina la gran Juana de América:
“La vi por última vez en la Universidad de Montevideo, cuando en los cursos de vacaciones del año 1938, Eduardo de Salterain Herrera, entonces director de Enseñanza Secundaria, reunió en un acto que se ha clasificado de clásico, de memorable, a las que entonces se llamaba ¡oh dioses!, “las Tres Musas de América”. Fuimos a hacer ante un público que era muchedumbre, la confidencia del advenimiento del verso a través de nuestra sensibilidad. Cada una se desempeñó como pudo en esa emergencia tan difícil. La recuerdo “chatilla y fea” como dijera de sí ella misma, muy roja de sol uruguayo y de los salinos vientos de la costa de Colonia, de donde vino expresamente para ese acto. Como siempre, reía y conversaba con su temible agudeza. Sin embargo, había escrito imperecederamente:
"Yo soy la mujer triste
a quien Caronte ya mostró su remo."
Y en verdad estaba herida de muerte. Todo en la vida “se le había dado a medias”, y ya sabía también “que el arte de morir es cosa dura: se ensaya mucho y se aprende bien”.

El sábado 22 de octubre de 1938, Alfonsina está en Mar del Plata y escribe allí su último poema, “Voy a dormir”; lo lleva hasta el correo –a pesar de los dolores y el cansancio que la aquejan- y lo envía al diario La Nación.



VOY A DORMIR

Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación; la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides... Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...

                                             Monumento a Alfonsina en la playa La Perla


El martes 25 la oyen salir de la casa poco después de la una de la madrugada, y hay quienes recuerdan haberla visto deambular entre sombras por la playa La Perla.
Poco antes de las ocho de la mañana encuentran su cuerpo flotando en las aguas, muy cerca de la orilla.
Alfonsina había entrado definitivamente en la historia y en la leyenda.

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Fuentes consultadas: Artículos varios en el Suplemento Cultural de El Día, y los libros "Genio y Figura de Alfonsina Storni" por Conrado Nalé Roxlo, y "Alfonsina Storni" por Eugenia Rey.