martes, 30 de agosto de 2011

"Antínoo" de Carlos Framb



I

El primer día del mes de Atir
El segundo año de la ducentésima
Vigesimosexta Olimpiada...
La rubia sonrisa del dios sol acariciaba
Las colinas del oriente
-Tú llorabas-
Remontaba de nuevo la luz su trayectoria
En los cielos del Egipto milenario
-Tú amabas más las sombras de la noche-
El rocío enlucía las pestañas del nenúfar
Corriendo por su piel de púrpura
-Y por tu pómulo soñoliento aún-
El llanto de la mañana moría
En las ondas del estanque
-Y alcanzaba tu labio de sensual bisel.



II

Con tal postrer llovizna despedías
Los jardines del Amante:
Ya no arrobarías más tu alma
En los astros del Nilo
-Pasarías a ser uno entre ellos-
Ya no adormecerías más los pesares
En el altorrelieve de un torso
Porque éstos
Eran sed de infinitud,
Contorno de nimbus en el pecho apresado,
Sed que abría senderos en la tierra
Hacia el dulce reclamo de las aguas.



III

Pensaste acaso
Al influjo de adiós estelar
Que tu adiós sería el caer de una hoja
En Su laurel imperial.
¡Si supieras cuánto fuiste para Él!
Fuiste por años lirio de las aguas
Abriéndose a Su beso,
Fuiste clámide y lebrel,
Tránsito silencioso de una faz irrepetible
Y aun en éxtasis melancólica
Que lo ataba con su raro ensueño,
Fuiste promesa que se tiende a las plantas
Del desengaño para iluminarlo con un roce.



IV

Por qué Le abandonaste
La Historia te pregunta...
Acaso ya del cielo gris
No caía escarcha al huerto,
Acaso se llevaban las albas
Lo que pusieron los númenes en ti,
Acaso por un noble sacrificio.
Mas quizá te parecieron
-Como a mí-
Veinte años bella edad
Y las aguas poesía
Para hacer de una vida vana
Fantasía en los milenios.



V

La Náyade te guió, es lo cierto,
En tu marcha de agonía hacia el ribazo:
Atrás quedaba el Tíber
Y los íntimos perfumes del otoño
-Tu presurosa desnudez de cara al río-
Lejos ya las mañanas compartidas
Bajo el azul intenso de las Islas
-Tu solitaria inmersión de amoroso delfín-
Lejos, el juego donde siendo Él
Crucificado grito, fueras tú rendida cruz
-Y tu boca en el agua que se entreabre
Como quien pide un beso,
Como quien muere de sed...



VI

“¿Y dónde está mi joven pastor?”
Ascendió Su lamento al descubrir
Una ingenua estatua de alabastro y sol
Anegada entre lodo y guijarros.
“¿Y la luz de tu mirada tenue?
-Cristal de lapislázuli al poniente-
¿Y el flotar de tus bucles bitinios?
-Sombrío oleaje alzando vuelo-
¿Y la tensa delicia de tu vientre?
-Juego de cuerdas tendidas bajo mi mano
De asombrado citarista-
¿Y el calor que en la noche elevaba
Incendios en mi piel, haciendo
De cualquier estancia morada de dioses?”



VII

Es tanto de golpe
Con el cuerpo querido que se pierde:
El dulce rostro del joven bienamado
Y su boca nunca demasiado besada,
El pie que corriera tras los ciervos
Y el torso combado
Que elevara murmullos a su paso,
La cabellera de fauno en que navegó
Una mano,
La seda o piel de las unciones
Y el rosado orbe de los ocultos besos...
¡Todo ahora perdido bajo el lodo!



VIII

Cuando el amigo no abreva
Ya su sed junto a la nuestra
¿Qué son sin él los caminos y la noche?
-La nevada cumbre del Etna
Remontada a tu lado, un anochecer-
¿Y las brisas de altamar bajo los astros?
-Noches consagradas al misterio,
Tu joven mirada ante el vuelo de Pegaso-
¿Y los cánticos tristes y la inmortalidad?
-El delicado élegos
Opuesto al moaré rosáceo de tu labio-
Para quien todo el mundo ha sido un pecho
¿Qué es ya sin él
Un imperio, qué un Zeus Olímpico?



IX

Tantas horas desnudas
Un cincel copiando en mármol
El mohín exacto de una boca,
La curvatura lisa de tu muslo...
Pero ante la dulce y dolorosa
Certeza de la carne, para qué
La eternidad de una sombra que no tiembla.
Sueños de ser un Prometeo
Y robar el soplo del fuego que ilumina
La pupila con la misma luz
Del astro y la luciérnaga,
Que tiñe la piel con el tono
De la aurora y de la miel,
Que colma al ser con sonidos
De pájaros, con quejas,
Y sabores de almíbar y salitre.



X

Ya el horizonte se extinguía tras Él
Con el arribo de púrpura y estrellas
Mas para Su alma flagrante
Qué era una lágrima,
Qué era un clamor,
Qué era tener tu corazón de muchacho
Entre las manos
¿Y su música?
Qué era eternizar la forma de tu cuerpo
¿Y su llama?
Qué era ya la vida, vino breve,
Sin tu dulce fisonomía para el libamen.



XI

Habías sido
Huésped, escanciador y compañero.
Habías sido
El culto, la ofrenda, los misterios,
Como un Baco Su vendimia,
Como Ceres Su espigar...
Y en el silencio del dolor
Él oyó tus pasos alentando
En lejanos corredores:
Tus plantas apenas si acariciaban
Las losas que vestían el camino
Hacia la puerta de los dioses.
Y fuiste dios por Él
Con el derecho que da el amor.



XII

Te habías desleído ya.
Y en la noche egipcia, una luna de estandarte
Iluminaba apenas para adivinar
Dónde terminaban
Los sollozos de un hombre viejo
Y dónde empezaba
El epinicio de las aguas.
Te habías desleído ya.
Y en la noche egipcia, un hombre enamorado
De cabellera claroscura
Y por nombre Adriano, soñaba:
Veía su Antinópolis naciendo
De entre los légamos de Bessa hasta ser
Nube azul en la noche, luminosa.

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Del libro "Antínoo. Un día en el Paraíso", por Carlos Framb, Editorial Universidad EAFIT, Colección Acanto, Medellín (2002). 
Carlos Framb nació en Colombia en 1964.

jueves, 18 de agosto de 2011

Antinoos de nuestro tiempo



No sé si ustedes sentirán lo mismo, pero me pasó que cuando vi las fotos de este modelo llamado Samet Karagoz, se me representó la figura de Antinoo, como si el bitinio hubiera bajado otra vez a la tierra, y en el mismo país que lo vio nacer hace mil novecientos años.
Este chico turco tan hermoso tiene cosas de Antinoo, como los bucles en su cabello y la forma de las cejas.

Tal vez la diferencia mayor esté en la forma de la nariz, que en el divino bitinio según parece era más recta y hasta aguileña, aunque hay variaciones en las imágenes y son pocas las que conservan la nariz original.

Las fotos fueron tomadas en Estambul en 2009, por el fotógrafo polaco Kamil Szkopik.






“Antínoo era griego; remonté en los recuerdos de aquella familia antigua y oscura, hasta la época de los primeros colonos arcadios a orillas de la Propóntida.
Pero en aquella sangre algo acre el Asia había producido el efecto de la gota de miel que altera y perfuma un vino puro. Volvía a encontrar en él las supersticiones de un
discípulo de Apolonio, el culto monárquico de un súbdito oriental del Gran Rey.”








Fotos tomadas de la página:

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Otras cabelleras “antinoicas” encontradas en la red, de otros “Antinoos” de nuestro tiempo:




En este caso, el parecido es sólo en el pelo, ni la forma angulosa de la cara ni los labios concuerdan. Pero parece Antinoo posando ante un escultor.



Este sí, es mucho más parecido a Antinoo, sobre todo si tomamos en cuenta la representación del bitinio en los tondos del Arco de Constantino, poco antes de su muerte, donde aparece con bigote y barba incipientes. Tiene además los característicos labios carnosos.


Este modelo tiene bucles bastante antinoicos en su cabellera, y el físico atlético del bitinio. Pero el color del pelo seguramente no era éste. Según los indicios hallados por los arqueólogos, era castaño rojizo.

Y dejo para el final a este efebo maravilloso, que para mí es el más parecido a Antinoo, y además la foto está sacada en un ambiente natural, que bien podrían ser las montañas de Bitinia. Creo que así se veía el divino adolescente en sus andanzas junto a Adriano.



“Si aún no he dicho nada de una belleza tan visible, no hay que ver en ello la reticencia de un hombre completamente conquistado. Pero los rostros que buscamos desesperadamente nos escapan; apenas si un instante... Vuelvo a ver una cabeza inclinada bajo una cabellera nocturna, ojos que el alargamiento de los párpados hacían parecer oblicuos, una cara joven y ancha. Aquel cuerpo delicado se modificó continuamente, a la manera de una planta, y algunas de sus alteraciones son imputables al tiempo. El niño cambiaba, crecía. Una semana de indolencia bastaba para ablandarlo; una tarde de caza le devolvía su firmeza, su atlética rapidez. Una hora de sol lo hacía pasar del color del jazmín al de la miel.”

Textos de Marguerite Yourcenar, en “Memorias de Adriano”