En 1768 fue nombrado miembro fundador de la Royal Academy, pasando a exponer en sus salones al año siguiente; anteriormente, a partir de 1761, ya había expuesto en la London Society of Artists. Sin embargo, sus relaciones con la Royal Academy no fueron demasiado amistosas, siendo varias las ocasiones en que se querelló con sus dirigentes. Una de ellas, con el motivo de la iluminación que el organismo pretendía para exponer unos cuadros.
A la vuelta de unos años, Gainsborough decidió instalarse en Londres, a donde llegó en 1774. Aquí residirá hasta su muerte, disfrutando de la gran admiración y simpatía que le profesaban todos, incluso la familia real. El estilo del pintor en este período londinense viene a ser una continuación del seguido en Bath, aunque en algún caso concreto se torne más sombrío, pudiéndose apreciar en el retrato de «La señora Graham» (National Gallery of Scotland; Edimburgo).
Gainsborough Dupont (1754-1794) era hijo de la hermana de Gainsborough, Sarah, y de su marido, Philip Dupont, un carpintero de Sudbury. Desde 1772 fue alumno de Gainsborough. Después de terminar su aprendizaje formal junto a su tío, se quedó con él como asistente de estudio.
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"El paje azul", rematado por Sothebys. El modelo sería el sobrino del pintor |
Si nos dejamos guiar por el retrato que hizo de su sobrino, la técnica seguida por Gainsborough en la realización consistía en llevar a cabo antes que nada el rostro y sus pormenores, para pasar después al resto del cuadro.
Sin embargo, Reynolds admiraba en él su «método de llevar adelante a la vez las diversas partes de sus cuadros, donde el todo crece al unísono así como la naturaleza realiza sus creaciones». Esta observación parece tener aplicación, especialmente, en las obras realizadas en estos últimos años, las comprendidas en la etapa londinense. En cuanto a la línea paisajística, la influencia flamenca aún se deja sentir, sobresaliendo las huellas del maestro Rubens: «El abrevadero» (National Gallery; Londres).
Pocos años antes de fallecer, y olvidando rencillas pasadas, el artista expuso con éxito en la Academia, llamando , la atención su retrato de «El duque y la duquesa de Cumberland» (Castillo de Windsor). Su muerte tuvo lugar el 2 de agosto de 1788, tras un mutuo reconocimiento entre él y Reynolds de sus respectivas obras.
***GAINSBOROUGH, EL HOMBRE***
EL GRAN PAISAJISTA
Gainsborough solía decir con frecuencia que la belleza del campo de su nativo condado de Suffolk le hizo pintor.
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Historieta con imágenes de Gainsborough adolescente
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Siendo aún niño, se iba por prados y bosques con su cuaderno de dibujo. Ya adolescente, estuvo tres años en una academia de pintura de Londres, mas su verdadero maestro fue la Naturaleza. ¿Qué otro pudo enseñarle esa gracia poética, esa sensación aérea, flotante, ese fulgor de vida que aureola sus cuadros? El espíritu de la Inglaterra rural alienta en los paisajes de Gainsborough: los ondulantes pastizales, el grupo de nudosos robles al margen del bosque, el carro de mies cargado de gavillas en la esquina de la calleja... Esos cuadros se mantienen por derecho propio junto a las creaciones de los mejores paisajistas del mundo.
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AMIGOS
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El Recital |
En Bath, Gainsborough se movía en los medios más distinguidos de la ciudad. Mantenía relaciones de amistad con el duque de Bedford y sentía un gran afecto por los músicos John Christian Bach y Karl Friedrich Abel, el célebre tocador de viola. Algunos días después de la muerte de Abel, en 1787, Gainsborough, entonces en el ocaso de su vida, escribió: "Por mi parte no cesaré nunca de mirar hacia el cielo — el poco tiempo que me queda por pasar aquí abajo — con la esperanza de divisar, aunque sólo sea una vez más, al hombre a quien empecé a amar desde el instante en que le vi pulsar la cuerda. ¡Pobre Abel! No hace aún una semana que estábamos juntos y que él componía el aria más dulce que conozco entre sus inspiraciones más felices. Tengo el corazón demasiado dolorido para decir nada más de él."
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Karl Friedrich Abel |
Era igualmente muy amigo de los Linley, la familia de músicos; y durante toda su vida fué muy sensible a la música y tocó con entusiasmo varios instrumentos de llave y de cuerdas, violín, viola, etc. Entre sus amigos íntimos figuraba el actor
David Garrick.
"Garrick es el hombre más extraordinario que existe, bajo todos los aspectos", escribía con esa tendencia a la exageración que le caracterizaba; y añadía: "He encontrado en él siempre un amigo sincero y generoso."
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UN DOLOROSO ENCARGO
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Master John Heathcote (1770) |
Este retrato, de pinceladas rápidas y multicolores, fue encargado a modo de recuerdo por unos padres aristocráticos que recientemente habían perdido a todos sus otros hijos durante una epidemia. Muestra al niño de cuatro o cinco años, con flores silvestres en su mano para sugerir la inocencia. Es contemporáneo del "Blue Boy"
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AMABA EL PAISAJE, MÁS QUE EL RETRATO
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"El carro de mies" |
Thicknesse, uno de los más ardientes admiradores de Gainsborough, ha trazado, en 1770, un breve retrato del artista, en el que habla de su magnífico don del parecido y dice, entre otras cosas: "Gainsborough no se contenta con pintar el rostro; acaba con sus propias manos el traje en sus menores detalles." Ningún discípulo, en efecto, hubiese podido realizar esa armonía casi musical de las superficies, con toques de una limpidez fluida, una paleta de colores brillantes y, sin embargo, delicados y un fondo cada vez más ligero. Pero aun afirmando que Gainsborough retratista superaba a todos los otros pintores modernos, Thicknesse subrayaba claramente que su tendencia natural le llevaba hacia el paisaje. Sir Uvedale Price, que fue en aquella época el compañero de paseos de Gainsborough, hace notar que el artista se despojaba de sus maneras "frías e irónicas" en cuanto se acercaban a "pueblos y casas rústicas, con sus grupos de niños y todo lo que evoca la vida campestre". El propio Gainsborough escribía desde Bath a su amigo el músico William Jackson: "Estoy cansado de los retratos, y aspiro de todo corazón a coger mi viola para ir a algún pueblo encantador donde poder pintar paisajes y gozar del tiempo que me quede de vida, en la quietud y el reposo.”
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"ESOS MAMARRACHOS"
El admirador más ferviente de Gainsborough fue
Sir Henry Bate-Dudley, que fundó el Morning Post en 1772, y, ocho años más tarde, el Morning Herald. A raíz de la Exposición de 1773, el Morning Chronicle escribía que "como paisajista, Gainsborough es uno de los más grandes entre los contemporáneos; y como retratista, es un rival peligroso para los más grandes". En el Morning Post, Bate pasaba en silencio, o poco menos, a Reynolds, y colocaba a Gainsborough "en primera fila entre los artistas a los que nos proponemos pasar revista". En la reseña de la Exposición de 1780, publicada en el Morning Herald, Gainsborough era presentado como el "principal pilar de la Exposición actual".
Es justo, sin embargo, recordar que un corresponsal del London Courant ataca al autor de ese panegírico en estos términos: "He aquí adónde llevan la impertinencia y la ignorancia de un entusiasmo excesivo en un lugar donde se exponen dieciséis lienzos de Reynolds, el menor de los cuales supera las posibilidades de Gainsborough, así como las obras de Johnson superan las de Bate." Citemos también una carta de lady Spencer a su marido, fechada en 1787, en la que escribía: "No puedo soportar la idea de que alguien llegue a tener el cuadro de sir Joshua en que estás junto a mí, y creo que uno de esos mamarrachos pintados por Gainsborough bastaría con creces."
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PRINCESA Y SIRVIENTA
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Mary Graham |
En 1777 expuso Gainsborough el retrato de
Mary Graham en la Real Academia y causó sensación. En esa época el artista se hallaba en la cumbre de su talento. A diferencia de los llamados "pintores de caras" de aquel entonces, que dejaban a sus asistentes el trabajo de pintar la ropa y el fondo, se complacía recreando el provocativo brillo del raso, la mágica transparencia de la gasa, el movimiento de las plumas de avestruz y el lustre de las perlas. Un conocido le dijo escépticamente a Gainsborough que a la honorable señora Graham le era fácil aparecer exquisita. Vestida con tan fabulosas sedas y rasos, no era sino una ilustración de modas.
El artista salió galantemente en defensa de Mary, para lo cual volvió a pintarla con una escoba en la mano y ataviada con la gorra de tela y el vestido de una sirvienta. Con esa ropa seguía siendo tan hermosa como siempre, al punto de que
“La señora Graham vestida de sirvienta” continúa deleitando a quienes hoy la ven en la Galería Tate.
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UN PINTOR CON MAGIA
Único entre los pintores ingleses por la brillantez con que ejecutaba retratos y paisajes, Gainsborough regaló al mundo un nuevo tipo de obra pictórica. Había habido retratistas que pintaban a sus modelos en el estudio y en actitudes solemnes; y hubo también paisajistas que retrataban en sus obras figuras insignificantes. Gainsborough creó retratos de tamaño natural con ambiente de paisaje. La hermosura de los cielos y los follajes realzaban la belleza de rostros y cuerpos. Sus rápidas pinceladas integraban a los modelos con el escenario en deleitosa armonía. No se volvió a ver una técnica tan ligera y espontánea en el retrato hasta la aparición de Renoir, unos cien años más tarde.
El vivaz y original Gainsborough fue autodidacto. Inventaba métodos con fecunda imaginación y así solía empezar un cuadro poniéndose a gran distancia de la tela y trazando anchas pinceladas en ella con un pincel de casi dos metros. La mayoría de los pintores prefieren pintar bajo una luz clara del norte; él, por principio, cerraba los postigos y trabajaba con el estudio casi en penumbra para distinguir mejor las luces y las sombras esenciales, sin preocupación por los detalles. Posteriormente dejaba penetrar la luz en el cuarto para terminar la pintura.
Adelgazaba los colores hasta que casi se escurrían de la paleta; luego combinaba pinturas trasparentes y opacas una sobre la otra. Su rival, sir Joshua Reynolds, advertía a los estudiantes de la Real Academia que no ensayaran aquellas heterodoxas brujerías:
Gainsborough, les decía, pintaba con magia.
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¡NO SE MUEVA!
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La señora Sheridan |
Gainsborough raramente planeaba un cuadro. Creaba como los más de los artistas bosquejan: improvisando. Citaba al cliente, lo olvidaba en seguida y, cuando se presentaba, hallaba al pintor completamente abstraído o acaso tocando el violín. A veces se trataba de una gran belleza, como en el caso de la señora Sheridan. Un colega del pintor ha descrito esa escena u otra semejante: Gainsborough, su mente tan vacía de concepción pictórica alguna como el lienzo que tenía colocado en su caballete, se pone a mirarla intensamente, a charlar con ella como si pretendiese sondear su alma. Súbito, al cambiar la dama de postura en su asiento y aparecer iluminado su rostro, brota en el artista la centella de la inspiración. «¡No se mueva, quédese así!» exclama. Toma la paleta y el pincel, y la obra creadora comienza.
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LOS CABALLEROS DE VAN DYCK
Pintó algunos soberbios retratos con los modelos vestidos a la manera de los caballeros de la época de Van Dyck, entre ellos
El muchacho azul, que era hijo de su amigo Thomas Buttall. Este cuadro ha merecido la calificación de ser, en ciertos aspectos, el mejor retrato jamás logrado por un pintor inglés.
Maestro de la expresión fugaz —el arqueamiento de una ceja, la sombra de una sonrisa, la dilatación de una ventanilla de la nariz—, Gainsborough supo revelar la verdadera faz que oculta la cara. Pintaba aristócratas, soldados e hidalgos de provincia; actores como Garrick y Sheridan; hombres de Estado como Clive y Pitt. Sus retratos de varones son sagaces y comprensivos, magistrales por su agudeza psicológica.
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CUADROS DE GÉNERO
En junio de 1778,
El Niño Jesús del Buen Pastor, de Murillo, fué vendido en Christie's, la casa londinense de subastas públicas. Esa obra produjo una honda impresión en Gainsborough, que, ayudándose probablemente con un grabado, hizo una copia de ella de memoria. El Niño Jesús de Murillo es, sin duda, el origen de la serie de lienzos en que Gainsborough trata en tamaño natural las figurillas pintorescas que animan sus paisajes. Esos cuadros de género fueron muy admirados en vida de Gainsborough y después de su muerte, y se les atribuía una importancia igual a la de sus retratos y paisajes.
“Es difícil decidir si sobresalía él más en los retratos, en los paisajes o en los cuadros de género", decía Reynolds en su Discurso Catorce, y habla en otra parte de "la interesante sencillez y de la elegancia de sus pequeños mendigos". Esos cuadros de género figuran entre las obras más personales de Gainsborough. Señalan, en efecto, el deseo apasionado del artista de evadirse de las obligaciones impuestas por una clientela aristocrática y de pintar la sencillez de la campiña, pero dándole un colorido romántico. En una de sus cartas, en que habla de su cuadro Pastorcillos ante una pelea de perros, Gainsborough revela su deseo de buscar nuevos medios de expresión.
"Ya conocéis — escribe — mis tretas para librarme de pintar asuntos grandiosos y para disimular mi ignorancia por medio de un ardor pasajero… Si puedo continuar dos o tres años más vaciando los bolsillos con mis retratos, tengo el propósito de retirarme después y volverme serio."
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LA TORMENTA FINAL
En 1784 estalló la tormenta final en sus desencuentros con la Royal Academy, con motivo de un delicado retrato de tres princesas reales; Gainsborough juró que, si no colgaban el cuadro como era debido, abandonaría la Academia. El consejo se mantuvo inflexible y, a partir de entonces, Gainsborough (cada vez más popular) exhibió sus pinturas exclusivamente en los muros de su propio hogar, Schomberg House, en Pall Mall.
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AMARGURAS DE FAMILIA
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Las hijas del pintor con un gato (1759-61) |
Durante los años londinenses el pintor sufrió amarguras de familia, especialmente por el progresivo extravío mental de sus dos hijas, a quienes profesaba un amor entrañable. Por otra parte, su matrimonio distaba mucho de ser idílico, como lo había sido en los tiempos de Suffolk. En las pinturas ejecutadas en esta época londinense se advierte una nueva dimensión de sentimientos, sobre todo en el hermoso retrato de una pareja de recién casados, el señor y la señora Hallet, que cuelga hoy en la Galería Nacional con el título de Paseo matutino. La pareja de meditabundos cónyuges que pasean por el campo tiene un aire frágil y trémulo, que parece expresar lo fugaz de la dicha humana.
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Una de las transparencias de Gainsborough |
Para consolarse, el pintor se refugió en las cálidas amistades que colmaban su vida e inventó un nuevo modo de entretener a quienes lo visitaban al caer la noche. Primero, elaboró un método para pintar con colores trasparentes sobre vidrios cuadrados de unos 30 centímetros de lado; después construyó una caja de madera con un agujero, dentro de la cual los vidrios se iluminaban desde atrás por la luz de tres velas, difundida por una pantalla de seda. Al igual que un anfitrión de hoy, Gainsborough mostraba las transparencias a sus huéspedes: un paisaje a la luz de la luna, o el resplandor de una lámpara en la ventana de una alquería.
La caja, junto con 12 pinturas de Gainsborough sobre vidrio, se exhibe actualmente en el Museo de Victoria y Alberto.
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SHAKESPEARE EL ESTÚPIDO
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Garrick junto al busto de Shakespeare, por Gainsborough |
Reynolds preconizaba la lectura como estimulante de la invención pictórica, y el intelectualismo llegó a ser un factor importante de su arte. Gainsborough, por el contrario, confesaba en términos nada equívocos que detestaba leer. Mientras que Reynolds mostraba la ponderación y el equilibrio espiritual de un erudito, Gainsborough se nos aparece como un hombre nervioso, irritable y de un carácter caprichoso, lindante con la excentricidad (sus hijas estaban atacadas, por otra parte, de desequilibrio mental). Sentía una pasión infantil por invenciones tales como el Eidophusikon, de Loutherbourg, o la linterna mágica. Capaz de impulsos y de generosidad, le ocurría, sin embargo, mostrarse duro y grosero. La singularidad de su carácter se manifiesta claramente en el tono, con frecuencia violento, de sus cartas llenas de brío:
"Vuestra Gracia sabe que soy un raro, y espero que estará por eso tanto más dispuesta a disculpar esta libertad monstruosa" escribía él al duque de Bedford en 1768. En el curso de ese mismo año, escribía a Garrick a propósito de la dificultad que experimentaba en colgar el retrato de Shakespeare:
"Maldita sea, con vuestro permiso, su verdadera imagen, pues no he visto nunca cara más estúpida, excepto la de D...k." El año anterior había escrito a su amigo Jackson:
"Soy el ser más inconsistente, más tornadizo que existe, tan sujeto a saltos de humor, que si hicieseis caso de lo que digo, no podríais ya comprender ciertas cosas".
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RECONCILIACIÓN FINAL
El 2 de agosto de 1788 murió Gainsborough, después de una breve enfermedad. Fué enterrado en el cementerio de Kew. Las cintas del féretro eran llevadas por Reynolds, sir William Chambers, Benjamín West, Paul Dandly, Bartolozzi y Francis Cotes, y entre las personas que seguían el fúnebre cortejo se encontraban Sheridan y John Hunter. La rivalidad que enfrentaba a Gainsborough con Reynolds habíase aplacado antes de la muerte de aquél. A punto de morir, el artista había escrito una carta conmovedora, en la cual rogaba al presidente que viniese a verle, y que terminaba asi:
"Puedo decir con sincero corazón que he admirado y querido de verdad a sir Joshua Reynolds". En su Discurso Catorce pronunciado el 10 de diciembre de 1788, Reynolds rindió un hermoso homenaje a su gran rival. "Si nuestra nación debiese alguna vez producir los suficientes genios para valernos el honor de una Escuela inglesa, entonces el nombre de Gainsborough pasaría a la posteridad en la historia como uno de sus primeros representantes."
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LA DIATRIBA DEL DICCIONARIO
El autor del artículo referido a Gainsborough en el venerable "Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano" (1910), se ve que no le tenía mucha simpatía...
"Probablemente hubiera sido el primer maestro de la escuela inglesa si el sentimiento de su propio valer no le hubiera desvanecido. Nació en una casa de comercio, y bien pronto sintió horror a la existencia prosaica de sus honrados padres. Para sustraerse a ella huyó un día de la casa paterna, y se fue a Londres a pie, sin dinero y sin objeto, cuando no contaba más que trece años. La casualidad hizo que encontrara a Gravelot. El maestro, que era un observador curioso, se admiró al ver a aquel extraño niño, llevóle con él a su taller, le hizo su discípulo favorito, y después un pintor eminente.
Transcurridos algunos años de estudio se dedicó Gainsborough al retrato,
imitando a Van Dyck por la manera de colocar sus modelos, y obteniendo por ello alguna notoriedad. Mas no era este el camino que le había asignado la naturaleza: su viva imaginación se sujetaba difícilmente a la calma y la paciencia necesarias a un gran retratista; la maliciosa finura de sus observaciones no podía sustituir a la concentración profunda que exige el largo estudio paciente y profundo de una fisonomía. No hubiera, por lo tanto, pasado de ser un mediano pintor si hubiera continuado en el género de retratos, pero renunció a él e hizo bien; sus aficiones le inclinaban al paisaje, pero no a la manera como lo entendían los maestros de la escuela flamenca ni los franceses, es decir, a la manera de Teniers y de Watteau.
Los primeros cuadros que expuso en este género, tan nuevo en Inglaterra, causaron gran sensación; titulábanse El guardador de puercos y El pastorcito, dos joyas de un colorido luminoso y distinguido. Era aquello una verdadera revelación del arte inglés, porque sus campiñas eran las campiñas inglesas, su cielo el cielo inglés, y sus aldeanos los aldeanos ingleses, y todo esto vivía alegremente en una atmósfera de verdad sencilla, de poesía salvaje.
Los maestros contemporáneos solicitaron entonces el trato del nuevo artista; Reynolds, entre otros, quiso trabar amistad con él, pero se encontró con un hombre que tenía venas de locura, que creía que todo le estaba permitido, que trataba con igual insolencia y con igual brutalidad a pobres que a ricos, a inferiores que a superiores. La vanidad de Gainsborough era tan grande, que un día creyó que poseía el genio de la Música y la ciencia infusa de todos los instrumentos. Tan plenamente convencido estaba de esto, que quiso dar, delante de varias personas una sesión de violín, y se puso a tocar con el intento de causar gran admiración en su auditorio. Una inmensa carcajada acogió las primeras notas que arrancó al violín, lo cual no impidió que continuara creyendo ser el primer ejecutante del mundo. Casi todas las obras de este artista han quedado en Inglaterra. Consérvase de él también un manuscrito notable de cartas íntimas, en el que se ven rasgos de su loca imaginación, frases oportunísimas, y la sincera filosofía de aquél extraño talento que, a pesar de todos sus defectos, honra el arte inglés."
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EL JUICIO DE RUSKIN
Durante los 43 años de su carrera, Gainsborough pintó unos 1200 cuadros (más de uno cada dos semanas) pero nunca se agotó el encanto de aquel estilo espontáneo del cual dijo el gran crítico de arte
John Ruskin que tenía
«el brillo de un rayo de sol».
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HOMENAJE DE OTRO GRANDE
Las últimas obras de Gainsborough emanan una impresión de tristeza, en particular los paisajes, a los cuales no se puede rendir mejor homenaje que el que les rindió
Constable, otro pintor de Suffolk, una generación después:
"El paisaje de Gainsborough es dulce, tierno y conmovedor. La calma del mediodía, las profundidades del crepúsculo, el rocío nacarado de la mañana, todo esto se encuentra en los lienzos del hombre mejor y más dulce que haya existido nunca. Quienes los contemplan sienten subir las lágrimas a sus ojos, sin que sepan cómo han brotado."
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Fuentes:
La historia del “Blue Boy” es una traducción y adaptación mía del folleto “Gainsborough’s The Blue Boy” por Robert Wark, Huntington Library, 1963.
Para los datos biográficos, recurrí a cuatro fuentes:
Colección “Grandes de la Pintura”, Nro. 35, Ediciones Sedmay, 1979.
“Thomas Gainsborough” por Oliver Millar, Aguilar, 1950.
Artículo "El maestro improvisador", por Malcolm Vaughan, revista Selecciones, junio de 1959.
Artículo “Gainsborough, pintor con magia”, por Janet Graham, revista Selecciones, diciembre de 1978.
Algunos datos y anécdotas de la Huntington Library, tomadas de la revista de NatGeo, febrero de 1958.
La historieta acerca de Gainsborough, pertenece a la serie “Vidas Ilustres” de Editorial Novaro de México, marzo de 1961.
El grabado de 1898, tomado del Atlas artístico de Richard Graul, publicado en Leipzig.
Las demás ilustraciones son tomadas de Internet.