Una joven mujer que estaba en el lugar, manifestó ante la cámara de TV que, seguramente el sismo había sido un castigo de Dios por los horrendos pecados cometidos por los haitianos, y puso como ejemplo, como no podía ser de otra manera, a la homosexualidad.
Me hizo recordar a un rabino israelí, que hace pocos años declaró exactamente lo mismo, que los terremotos eran provocados por los homosexuales.
Y a mí, cada vez que escucho algo por el estilo, como que me da no sé qué pertenecer a una especie, o género o raza, como quieran llamarle a la humanidad, que a pesar de tantos y tantos siglos de aprendizaje, sigue sin aprender lo que significa la palabra “tolerancia”, sigue sin entender en todo su maravilloso significado el vocablo “amor”, y sigue alimentando la ignorancia, sobre todo en el plano religioso, con argumentos tan absurdos.
No estoy juzgando a nadie por sus creencias religiosas, porque en definitiva eso es cuestión de fe y nada más.
Cada uno cree en lo que quiere, pero también es verdad que el viejo argumento de que “creer en algo no le hace daño a nadie”, simplemente no es cierto.
Cuando la fe religiosa, sea en la religión que sea, me lleva a descalificar a los que creen en otra cosa, porque yo estoy en el grupo de los “elegidos” y ellos no, o cuando esa fe me lleva a condenar a alguien por el color de su piel o por su orientación sexual –recordemos que en Sudáfrica discriminaban a los negros apoyándose en ciertos pasajes de la Biblia-, o cuando esa fe simplemente me frena en mi desarrollo como individuo, porque no hago todos los esfuerzos necesarios para superarme pues me descanso en las oraciones y en que me vendrá la ayuda desde lo alto o en que ocurrirá un milagro, en fin, cuando la fe provoca todo eso, se convierte en una especie de veneno que corre por las venas de la humanidad y corroe el progreso y el buen entendimiento entre los hombres.
Así que es muy difícil tener una religión y a la vez mantener un equilibrio que me lleve a respetar absolutamente a los demás. Hay gente que lo logra, pero son una minoría, y por lo tanto, la excepción que confirma la regla.
La religión ha sido, a lo largo de todas las épocas, origen de intolerancia y discriminación.
Y el problema no está sólo con los creyentes en tal o cual religión. Todo el mundo occidental, y también los países adonde llegaron los misioneros cristianos o musulmanes, está contaminado por el pensamiento judeo-cristiano en lo concerniente a las prácticas sexuales, entre otras cosas.
No de otro lado proviene el odio y el ensañamiento con que la mayoría de la gente habla de los homosexuales, tachándonos de enfermos, degenerados, invertidos, etc.
¿Por qué un homosexual promiscuo es un “enfermo” o un “degenerado”, y un heterosexual que hace lo mismo, no lo es?
¿Por qué en las noticias nunca escuchamos que un heterosexual abusaba de un/una menor, pero si se trata de un homosexual sí se pone énfasis en su orientación sexual?
No estoy justificando el abuso, que es en ambos casos condenable, lo que me indigna es que los noticieros alimenten el odio irracional de la población hacia quienes van por otros rumbos en busca del amor, o del placer, porque esto no es una elección como muchos piensan, sino algo que impone la naturaleza. Y la naturaleza es sabia, por algo será.
Al parecer, lo que molesta es que alguien pueda encontrar el amor por un camino distinto de aquel por el cual nos animamos a transitar, porque de eso se trata en la mayoría de los casos, de animarse a hacer algo en vez de dedicarse a criticarlo y atacarlo para canalizar nuestra frustración.
Lo que causa más asco en todo esto, es que, en el caso de los “machos” -que no pierden ocasión de agredir a los “putos”- eso encierra una gran, enorme, gigantesca hipocresía, porque la inmensa mayoría de ellos, si se les presenta la oportunidad de tener un intercambio sexual con un hombre, y si saben que aquello no se va a saber, que nadie se va a enterar, entonces practican la homosexualidad sin ningún problema ni remordimiento, y al otro día, tan machos y agresivos y discriminatorios como siempre, como si nada hubiera pasado.
Cualquier homosexual uruguayo tiene su colección de “historias” con “heterosexuales”. Eso es un hecho que nunca reflejarán las encuestas, tan hipócritas y mentirosas como lo es nuestra sociedad, mejor dicho, como es nuestra humanidad.
Y la campaña de ensañamiento contra el amor “que no osa decir su nombre” sigue adelante, con la bendición papal y el consentimiento silencioso de la mayoría de la sociedad.
Hace unos días, lo habrán visto en la televisión, mostraron a una pareja gay en un país africano, que podría ser condenada a catorce años de prisión por el terrible delito de vivir juntos, es decir, que condenamos a nuestros semejantes por el inconcebible delito de amarse.
En Uganda, estaban considerando la posibilidad de cambiar la pena de muerte por cadena perpetua a quienes sean condenados por sodomía, y someterlos a una “rehabilitación”. Esto, con el aplauso de la iglesia católica.
Alguna vez me gustaría ver algún tribunal que condene con la misma saña a quienes manejan las riquezas de este mundo con absoluta irresponsabilidad e impunidad e indiferencia, condenando a la miseria y al hambre y a todo tipo de humillaciones y enfermedades a millones y millones de personas, entre las cuales los niños se llevan la peor parte.
Podríamos mencionar de paso, relacionado con este tema, el horror que causó el spot publicitario en la TV uruguaya donde aparecían hombres besándose en la boca. En la mayoría de los países está prohibido que dos hombres se demuestren su amor en público mediante un beso en los labios.
¿Hasta cuándo esta guerra sucia contra el amor? Como dice el conocido grafitti: “Haga el amor, no la guerra”.
Pero al amor no sólo lo atacamos cuando hay algún gay involucrado en el asunto.
También recuerdo cuando -hace años-, llevaron detenida a una mujer latina en California por el terrible delito de amamantar a su bebé en un vagón del metro, delante del público. Porque en la pantalla de un cine o en la televisión o en internet sí podemos ver cualquier porquería, cualquier basureada, cualquier violencia, cualquier asesinato, pero qué terrible ver a una hembra de nuestra especie mostrando una teta porque su cachorro -un cachorro de nuestra especie y que asegura la continuidad de la misma- necesita ser amamantado.
A los que creen que existe un infierno más allá de esta vida, les digo: quédense tranquilos, que nunca va a ser peor que este infierno que los humanos hemos construido tan cuidadosamente y durante tantos siglos sobre la faz de la tierra.
Como decía la canción de Roberto Carlos, hay veces en que me encantaría ser civilizado como los animales.
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Imágenes:
1) Marte castigando a Cupido, por Bartolomeo Manfredi.
2) Jóvenes negros registrados por la policía en Filadelfia, década del 60.
3) Dibujo de Quino.
Noticia del rabino:
http://www.voltairenet.org/article155467.html
EXCELENTE!!! La verdad es que no tengo otra palabra para describir tus comentarios. Te da vergüenza ajena vivir en un mundo que, en pleno siglo XXI, aún no logre aceptar algo tan natural como el amor, no importa si es entre personas de diferente sexo o del mismo: el amor es amor igual!!!
ResponderEliminarGracias Ana por tu comentario, y por visitar mi blog!
ResponderEliminarY sí, es como vos decís, da vergüenza ajena.
A veces me pregunto cuántos siglos más tendrán que pasar para que aprendamos a convivir en paz, y sin que se cuestione la raza, la religión o la orientación sexual de una persona. Besos.
Todos estamos con el tema del amor, que estará pasando con los jóvenes?
ResponderEliminarSaludos de los bochamakers
Gracias Bichi, por la visita y por tu comentario!
ResponderEliminarMe di una vuelta por los bochamakers, y vi que es un equipo de cuatro, una experiencia interesante.
Todos estamos con el tema del amor, porque... ¿hay algún otro tema?
Como decía san Agustín: "Ama, y haz lo que quieras"
O sea que la base y el punto de partida de todo debe ser el amor.
Y estoy convencido de que la suma de todos los pequeños gestos de amor y de buena voluntad entre personas unidas por lazos de afecto, suman muchísimo más que el odio y la violencia, que son mucho más "taquilleros" y hacen más ruido en los noticieros del mundo.
Un abrazo para todo el equipo.
Olvidé mencionar que también entre desconocidos existen esos gestos de amor y buena voluntad.
ResponderEliminarA veces es esa insignificancia (aparente) de dar una moneda al que la pide. Es el corazón el que responde en esos casos.
Les paso el link de esta noticia que me conmovió hasta las lágrimas:
http://www.elpais.com.uy/100217/pciuda-471629/informe/salvo-la-vida-a-una-beba-y-la-bautizaron-en-su-honor