domingo, 28 de febrero de 2010
Alberto Nin Frías: aspectos de su personalidad
Para ir cerrando nuestro homenaje a Alberto Nin Frías, agregaremos algunos aspectos de su personalidad tal como aparecen en las cartas que le enviara la gran poetisa uruguaya María Eugenia Vaz Ferreira (1875-1924), con quien mantuvo una perdurable amistad.
Amistad que llegó al punto de que la poetisa confiara en manos de Nin Frías, en 1903, el manuscrito de su libro “Fuego y Mármol”.
También nuestro autor publicó dos ensayos sobre la poesía de María Eugenia, que aparecieron en la revista “Vida Moderna”, en mayo y julio de ese mismo año.
Lamentablemente no se conservan las cartas escritas por Nin.
Esta correspondencia (mejor dicho, la mitad de ella) fue recopilada por otro poeta uruguayo, Rubinstein Moreira, en el libro “Aproximación a María Eugenia Vaz Ferreira” (Editorial Montesexto, Montevideo, 1976).
En la tercera carta, nos enteramos de un noviazgo de Nin Frías, acerca del cual solicita el consejo de su amiga, quien le dice:
“También me ha interesado la lucha que enturbia su felicidad; he pensado en ella y dividido en tres series sus inconvenientes, a saber: 1: perturbación de la armonía novial; 2: tropiezos del rito casados; 3: inconvenientes en la educación de la posible prole futura. Ahora bien; para opinar sobre el segundo, tendría yo que saber mejor las restricciones y concesiones de la religión de Ud. más las de ella, que a pesar de ser la mía no la conozco bien.”
Y después agrega:
“En todo caso los dos pudieron salvarse no casándose y siendo eternamente novios; este es un ideal.”
Al parecer, Nin mantenía serias diferencias de índole religiosa con su novia.
¿Se trataría realmente de una persona del sexo femenino, o sería una relación “prohibida”, de la cual no podía hablar libremente, ni aun con sus amigos?
De todos modos, más adelante, la poetisa expresa algo que nos habla del indudable atractivo que tenía Nin Frías para el sexo opuesto: “...si me hubiera tocado la dicha sobrehumana de ser su novia...”
En la carta IV, comenta una poesía que le enviara su amigo, y aquí nos recuerda que Nin Frías fue influenciado por Heine. Habla también del destierro, como una premonición de lo que sería el destino de nuestro autor:
“Muy linda su Balada, rápida pero de fuerte sugestión, donde brilla la suave y tan honda fantasía heineana. Como símbolo, es bella y dolorosa, -al fin, todos somos desterrados de algo, todos hemos escuchado aullar en un rincón de nuestras viviendas, sean ellas cabaña o palacio, sombría cueva o torre de marfil, al intruso lebrel.”
En la carta V, lo vemos en su faceta de galán, obsequiando a la poetisa una de las cosas que ellas más aprecian:
“Gracias por su ramo de flores. No sabe cuánto me gusta eso de ofrecer flores, y qué lógico encuentro el que ellas procedan de Ud., espíritu caballeresco, delicado y gentil.”
En la carta VII, que después sería publicada por Nin Frías en dos de sus libros, la poetisa ofrece un sugestivo retrato de su amigo:
“Sois oriental y os educaron en Inglaterra; esto explica quizá el conjunto feliz de vuestras cualidades; ser idealista, espiritual, sensible como los latinos, siendo fuerte, pujante y sano como los sajones... qué ideal! Las cosas antagónicas pueden extinguirse o completarse; y en vos, temperamento propicio a la paz y a la armonía, el consorcio de las razas se multiplica en una floración de virtudes; así sois inquieto en la investigación, sereno en los problemas, curioso en la filosofía, contemplativo en la belleza; sentimental y estoico, romántico, risueño, indulgente y austero.”
En cuanto a las cosas que compartían cuando Nin Frías visitaba a María Eugenia, nos podemos hacer una idea con lo que enumera en la carta X, reprochándole su larga ausencia:
“Ud. pudo ir en mucho tiempo y no lo hizo, y eso que tenía preparados libros para comentar, Chopines y Griegs, ajedreces, barajas, retratos de amigas lindas para Ud. mirar, y flores por todas partes!”
La casa desde la cual escribe, y que ella compara con un palacio medioeval, estaba en “Lucas Obes 75, Quinta de Ribeiro frente al Prado.”
Hasta aquí, lo que queríamos rescatar de esta correspondencia.
En un documento de la diplomacia costarricense (disponible on line en formato PDF), nos enteramos de que Nin Frías llamaba a su tierra natal “la Provenza suave de Hispanoamérica, la más pintoresca y culta de sus comarcas”, lo cual nos lleva a pensar en lo mucho que debió sufrir cuando marchó al destierro.
También está disponible on line el facsímil de la página 2 del diario santafecino “El Orden” de abril 2 de 1937, con un artículo informando sobre la muerte de Nin Frías en Suardi, departamento de San Cristóbal.
El redactor del artículo lo describe como el “dueño de uno de los talentos más claros y puros que nos fuera dado conocer.”
“Nunca sabremos si el dolor castigó las noches de su intimidad, hasta qué punto y por qué.”
Y prosigue con su homenaje al autor fallecido, sin escatimar elogios:
“Alberto Nin Frías, acaso el valor crítico y literario mayor de nuestros países de habla española. La complejidad de su obra coloca su personalidad en la cima de los grandes escritores contemporáneos, y si por su nacimiento es honra de la literatura uruguaya, por su nacionalidad de naturalización es timbre de orgullo el nombre de Nin Frías para nuestro país.
Fiel a sí mismo se nos aparece Nin Frías en toda su obra tan extensa como profunda. Presencia erudita la suya en todos sus escritos: en su deambular por las cinco partes del mundo y en sus ansias de otros mundos celestes que se iluminaban para él en el privilegio de su pensamiento. A su viajar constante con todo su equipaje lírico se debe el mérito de la universalidad de su obra.
Orden de pensamiento y de método, nobleza de la forma esculpida en la palabra apta, precisa, dócil a la gracia o a la inquietud serena de la belleza, la obra de Nin Frías tiene toda ella un impulso de juventud elaborado sin interrupciones.”
Después menciona a Pedro Badanelli en su calidad de albacea, y añade un dato más: que pocos días antes de morir, imposibilitado ya de escribir, Nin Frías dictó a su testamentario una carta para su amigo el doctor Gregorio Marañón, la cual no quiso luego que le fuese enviada.
¡Ya tenemos un libro con la biografía de Alberto Nin Frías!
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Foto de Nin Frías tomada del libro “Pedro Badanelli, la sotana española de Perón” por José Carlos García Rodríguez.
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