martes, 5 de abril de 2011

Sir James Matthew Barrie y Peter Pan



El escocés James Matthew Barrie pertenecía a una familia victoriana cuyo padre era un tejedor de telar manual y su madre una enamorada de los libros. De los diez hijos que tuvieron, el escritor sería el penúltimo, nacido en 1860.

Pero una desgracia marcó para siempre a esa familia: el hermano mayor de James, llamado David, halló la muerte patinando en un lago helado el día antes de cumplir catorce años. Ese niño perdido a quien la pubertad estaba a punto de darle la oportunidad de crecer, se convirtió en obsesión y tortura para la madre de los Barrie: se encerró en un cuarto a oscuras a llorar su hijo perdido.

J.M. Barrie en su niñez
El pequeño James, de unos seis años, intentaba introducirse en el cuarto materno penumbroso, pero siempre era confundido con el fantasma de David. El niño hizo caso de las fantasías de la madre y se vestía incluso con las ropas del hermano muerto. Más tarde, cuando llegó a los 12 años, parece que su propio cuerpo interrumpió su crecimiento: quedó pequeñito, para siempre.

Mucho se ha especulado sobre la proyección del autor en su pequeño héroe. Un detalle estremecedor era esa estatura suya: se dice que nunca pasó el metro y medio; en verdad, sólo medía un metro cuarenta y siete. Hay más aspectos perturbadores en una biografía que trascendió a raíz del indudable éxito que obtuvo como escritor y como benefactor de niños.

Jack, George y Peter Lewellyn Davies


Una infancia perdida en el abandono tiene como isla de refugio una portentosa imaginación. James Barrie, como muchos escritores, escribió desde chico. Fue lector contumaz del romántico Walter Scott y también un atento escucha del folclore escocés. Estudió en la Universidad de Edimburgo donde fue compañero del propio Stevenson e íntimo amigo de Arthur Conan Doyle, y por supuesto, colaboró en los periódicos locales.

El escritor, tan corto de estatura y ensimismado (decían que reía muy escasamente) se dedicó, como tantos otros colegas, al teatro. El éxito de sus libros se contagia a la escena: es una época donde el teatro congrega multitudes y ovaciones. Pronto Barrie se casa con una actriz protagonista de una de sus obras, Mary Ansell. Paradójicamente, un hombre que se entendía a las mil maravillas con los niños no tuvo hijos. Su biógrafo, Andrew Birkin, aventura la hipótesis de que el matrimonio no llegó nunca a consumarse, tal vez por impotencia, o porque Barrie era asexuado. La relación fría y conflictiva con su mujer terminó quince años después, con un resonante divorcio, en 1909.

Barrie con Michael


Para entonces, Barrie había formado una familia alternativa: era un frecuente paseante en los jardines de Kensington, donde hoy se alza la famosa estatua a Peter Pan. Solía observar a los niños e involucrarse en los juegos que ellos imaginaban. Así conoció a los hermanitos Lewellyn-Davies: cinco chicos acompañados por su niñera con quienes estableció un vínculo poderosísimo.

Poco tiempo después, conocería en una cena a la propia madre, Sylvia, hija de un conocido artista y escritor, George Du Maurier. Sylvia y su esposo Arthur se hicieron íntimos amigos de Barrie, que para entonces ya era un dramaturgo de éxito. Durante años fue una especie de hijo adoptivo, y, a la vez, todo hace pensar en un gran amor platónico de James Barrie por la madre de los niños. Es una situación especular con lo que sucede en su archifamosa novela Peter Pan y Wendy, donde ambos personajes se plantean si el protagonista es verdaderamente hijo de la madrecita Wendy o padre de los niños perdidos y por lo tanto, una especie de esposo de la niña.
Michael disfrazado de Peter Pan

Como ya vimos, los chicos eran cinco: George, Michael, John (o Jack), Peter y Nicholas.
El devenir de la historia real resulta oscuro: cuando mueren los padres de los niños, Barrie se hace cargo de ellos y recibe su custodia. Pero los acontecimientos trágicos no terminan con la orfandad. En 1914 el mayor de los chicos, George, moriría en la Gran Guerra. En 1921 su hermano Michael, de veinte años, se suicidaría con su pareja, acosado por las culpas relativas a su homosexualidad.


Michael, el preferido de Barrie, en su adolescencia


Cuando hacía varios años que James Barrie había muerto, el más conflictivo de los hermanos, Peter, que también resultó ser escritor, (y de quien se decía que había inspirado al celebérrimo personaje), se tiró bajo el metro de Londres.

El propio James Barrie, a pesar de su amor por estos niños, y el cuidado extremo que puso en su educación y futuro, no se salvó de las murmuraciones. Igual que en el caso de Lewis Carroll no fue vista con buenos ojos su amistad con los niños inspiradores de su creativa literatura. La acusación de homosexualidad y pedofilia lo acosó en los círculos de Londres, lo que fue desmentido rotundamente por Nico, el menor de los hermanos Lewellyn-Davies.


Peter Pan es un personaje que su autor masticó, barajó, escribió y reescribió durante años. Hay quien dice que quien se lo sugirió fue su amigo Conan Doyle, otros en cambio opinan que surgió de los cuentos con los que deleitaba a los hermanitos Lewellyn-Davies, y que incluso su nombre surge de uno de ellos (Peter), más el apelativo del dios griego Pan




Pero el hecho es que "el niño que conserva sus dientes de leche como perlas" apareció por primera vez en un relato llamado El pajarito blanco, escrito en 1896 y publicado en 1902. En 1904 se estrena con gran éxito la obra teatral, Peter Pan o el niño que no quería crecer donde el personaje de Peter era interpretado por una actriz. El autor continuará modificándola e incluso llevándola a la prosa narrativa, primero en formato de cuento como Peter Pan en los Jardines de Kensington, (1906), hasta que, finalmente, aparece la novela que se convertiría en uno de los grandes clásicos de la literatura para niños: Peter Pan y Wendy (1911).


Ninguna de las versiones cinematográficas alcanza el deleite poético que Barrie, un gran escritor y elaborador del lenguaje, consigue con su novela. El estudioso francés de la literatura infantil Marc Soriano cree que el éxito se explica por la historia y la antropología, porque la obra expresa el malestar de nuestra civilización: "el niño se da cuenta de que va a entrar a un mundo inquietante: se aferra, pues, a los héroes que no envejecen, o mejor aún, a los que se niegan a crecer".

Una de las frases más célebres del texto de Barrie es "después de los 12 años no hay nada que valga realmente la pena", pero mucho más perturbadora es la frase con la que prácticamente se inicia la novela "los dos años son el principio del fin".




La obra es removedora por muchas cuestiones más. La angustia del paso del tiempo, que es simbolizada en el tic-tac del reloj que se ha tragado el cocodrilo que persigue al Capitán Garfio, planea por toda la novela. A esa angustia se la conjura con la realidad (real, que no inventada) del País de Nunca Jamás, donde el tiempo se convierte en una extraña mezcla en donde John cuenta que llevaban "dos mares y tres noches" volando hacia la mágica isla.


Ilustración de Robert Ingpen

El fantasma del abandono es otro de los tópicos de la novela. Los niños perdidos que viven en Nunca Jamás y a los que capitanea Peter Pan son niños que se han caído del cochecito. Peter dice que se escapó el día en que nació, cuando escuchó a sus padres decir qué iba a ser cuando se convirtiera en hombre: "Yo no quiero ser un hombre jamás." Así, a la sombra del abandono de los niños por los adultos se suma el abandono de los adultos por los niños.

Felices como son los niños perdidos en la guarida subterránea de Peter Pan, olvidan por completo sus orígenes, de dónde vienen. Michael expresa una pregunta inquietante: "¿Cómo nos conocimos tú y yo, madre?". También el fantasma de la esterilidad recorre el texto: la mamá de Wendy creía haber visto el rostro de Peter Pan en las mujeres que no tienen hijos. Peter Pan es en ocasiones el compañero que sosiega al niño que va hacia la muerte, que baja al submundo. En efecto: Peter es el que acompañaba a los niños muertos para que no tuvieran miedo.

Ilustración por Scott Gustafson

Pero la dicotomía ausencia/sustitución de la madre es una de las cuestiones sobrecogedoras que pueden haber enganchado durante tantas décadas a los niños: "Peter Pan no sólo no tenía madre, sino que no tenía ganas de tenerla. Las madres le parecían personas muy sobrevaloradas." Al escuchar esto Wendy se percata de que están en presencia de una tragedia.

James Barrie veía a la maternidad como algo innato. Aunque "sólo se podía hablar de madres en ausencia de Peter Pan", todos los personajes -¡hasta el capitán Garfio!- erigen a Wendy como una madre en miniatura. Para ser madre, dice la novela de Barrie, sólo se necesita ser "amable y maternal". La ausencia de madre es el origen de la oscuridad psicológica del Capitán Garfio, un hombre extremadamente deprimido, cuyo retrato se define así: "todo en él era cadavérico y negruzco", y del que se lo pinta con "la cabeza apoyada en el garfio en una postura profundamente melancólica".

Ilustración de Marianne Clouzot


Wendy -la niña- es la madre por excelencia, cura heridas, cuenta historias y vive feliz en el espacio doméstico (la guarida subterránea), pero también es la que recuerda los orígenes, es el principio de realidad en esa desaforada imaginación que es la isla de Nunca Jamás. Cuando crece, Wendy siempre deja la ventana abierta por si regresa Peter Pan, para que una cadena de mujeres -su hija, su nieta, su bisnieta- continúe su vínculo con Peter Pan hacia el infinito.
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(Extracto del artículo escrito por Andrea Blanqué –comentando la edición de Alfaguara del año 2006- y publicado en el Suplemento Cultural de El País de Montevideo, el 20 de julio de 2007)
El comentario completo en:


Melonie Foster Hennessy, 
Exposición Peter Pan 2010
"Qui a le temps de grandir" 


Peter Pan entre la imaginación y la pedofilia


Dos años antes de que se estrenara la obra de teatro Peter Pan, Sir James Matthew Barrie (1860-1937) había publicado Little White Bird (1902), novela en la que por primera vez aparece el personaje que daría a conocer a este novelista y dramaturgo escocés en todo el mundo.

Los primeros pasos que J. M. Barrie le hizo dar a Peter Pan poco tienen que ver con el popular crío soñador que construyó al comprobar el tirón que causó la publicación de Little White Bird (editado por Barataria con el título de “El pajarito blanco”).

Estatua de Peter Pan en los jardines de Kensington


J. M. Barrie ajusta cuentas en el libro con las mujeres y las madres. En el libro dos personajes, un militar solterón y cargado de manías (el narrador, el propio Barrie) y un niño que va creciendo a su lado en los jardines Kensington (George Lewellyn Davies) y que lo adopta como padre para la vida de la imaginación, encarnan todos los fantasmas de Barrie. El dolor por un gran amor perdido; la negación de la vida adulta y la aparición de la magia: Peter Pan, el niño que voló desde su habitación porque no había olvidado aún su vida anterior de pájaro; el nuevo amor hacia una madre llena de generosidad y talento y, sobre todo, la fascinación por el mundo vital y puro de los niños.

"Peter Pan tiene una semana de edad. Sin embargo, nació hace tanto tiempo que nunca celebró un cumpleaños, ni creo que haya la más remota posibilidad de que eso ocurra. El motivo es que dejó de ser humano al séptimo día de su nacimiento. Se escapó por la ventana y regresó volando a los jardines de Kensington. Si crees que fue el único bebé que quiso escaparse en algún momento, es que te has olvidado de tus días de niñez", escribe Barrie en las primeras líneas de la parte central del libro, dedicada a elaborar la figura de Peter Pan.

"La razón por la que los pájaros vuelan y nosotros no es sencillamente porque tienen una fe ciega, y tener fe es lo mismo que tener alas".

Es ese tono entregado a la imaginación desbocada el que contrasta con su otra cara, la que es sardónica, misógina y pedófila. En el capítulo titulado El intruso la voz del narrador (ya hemos dicho que es la del propio Barrie) aparece tomada por el deseo al hablar de la noche que iba a pasar con David, un pequeño que tutela mientras mantiene una ardiente relación violenta con Mary, la madre de éste. "Pensaba pasar la noche conmigo. Habíamos hablado con frecuencia de esa posibilidad y, finalmente, Mary dio su consentimiento".

George en la época en que Barrie escribió "El pajarito blanco" (abril de 1897)

George (centro) y Peter (derecha) en la playa con su niñera (izq) y su madre Sylvia 


En una de las escenas más inquietantes, Barrie describe la noche con el niño David: "Sin más preámbulos, la blanca y pequeña figura se levantó y se abalanzó hacia mí. El resto de la noche durmió encima de mí; otras, con los pies en la almohada, pero siempre con mi dedo cogido. En una ocasión llegó a despertarse y a decirme que estaba durmiendo conmigo. Yo no pegué el ojo; pasé la noche pensando. Sobre ese niño que a mitad del juego se desvelaba, cuando lo desnudaba, hundió la cabeza entre mis rodillas".

"Es un momento muy grave", reconoce Carola Moreno, editora de Barataria, quien se puso en busca del libro tras leer una referencia sobre él al propio Borges.

Sin embargo, en ningún caso el escrito refleja el delito cruel y perverso con el que hoy le definimos. A pesar de la intensidad del pasaje, no aparecen actividades sexuales clandestinas, oscuras, feroces o reprimidas. Si bien es cierto que la atribulada biografía de Barrie ayuda a pensar que era una persona equilibrada, tampoco se puede constatar que se encandilase por algo más que por la pureza de los niños que no quieren dejar de comportarse como pequeños seres tarambanas.


J. M. Barrie pudo perdonar cualquier cosa, menos la juventud ajena. Necesitó de la risa que perdió repentinamente y que buscó en los párvulos que le rodearon. "Me pregunto qué aspecto tendrán cuando sean mayores", dice. Porque lo que nunca le abandonó fue el parapeto que se construyó a paladas de fría ironía que repartió contra las costumbres de su sociedad y las suyas de burgués empedernido.
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Comentario extractado de:

“Peter Pan entre la imaginación y la pedofilia”, por Peio Riaño. Artículo completo en:


Imágenes de Barrie niño y de los hermanos Lewellyn Davies tomadas del blog:
http://arcanoelio.blogspot.com/2010/05/la-magia-de-jm-barrie.html

y de la página: "jmbarrie.co.uk"

9 comentarios:

  1. Debo reconocer que nunca he leído el texto original de Peter Pan y lo he conocido a través de sus versiones cinematográficas.

    La primera que vi fue la de Disney por supuesto. Y supongo que la potente imaginería disneyiana ha eclipsado todas las demás. Más tarde vi la versión de Spielberg (Hook) que me pareció tremendamente inmadura, infantil y paródica. Me aburrió profundamente.

    Hace pocos años vi "Finding Neverland" que me descubrio al autor y su historia. La desconocía por completo y me pareció muy interesante como ejercicio de creación. Leyendo hoy tu entrada he recordado mucho la película, aunque aquella obviaba los aspectos más escabrosos de una posible pedofilia por supuesto.

    De todas formas, la versión cinematográfica que más me ha gustado de Peter Pan fue la muda de 1924 en el que el papel principal fue interpretado por una mujer. La escena de la recuperación de la sombra en la habitación de Wendy es sencillamente deliciosa.

    He disfrutado mucho con tu texto. Volveré en el futuro con expectación. Entre tanto ire descubriendo algunos de los antiguos.

    Un beso (de un niño que creció)

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  2. Como todas las grandes obras literarias, Peter Pan es inagotable, pero resulta especialmente interesante comprobar que su autor es también un personaje que merece ser investigado.

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  3. Parmenio, estoy igual que tú. Nunca leí la obra original, y creo que deberé hacerlo, porque buscando datos en la red me encontré con algunos comentarios muy interesantes, de gente que se sintió golpeada por lo antipático que es el Peter Pan original. Parece que el Capitán Garfio resulta más querible.
    Ahora me has dejado con ganas de ver aquella antigua versión. Siempre, en las primeras décadas del siglo XX, el papel de Peter se le asignaba a una mujer. No sé la razón, pero arriesgo una posible: en esa época, como dice Gide, se trataba por todos los medios de llevar la atención de los hombres hacia las mujeres -como hoy también, bah- así que, seguramente, si Peter hubiera sido interpretado por un lindo efebo, la arrobada audiencia masculina se habría excitado con algo socialmente incorrecto.
    Gracias por agregarte al grupo de seguidores, gracias por tu comentario, gracias por estar ahí y ser tan querible.
    Un beso también para ti, guapo.

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  4. Sí, Arión, totalmente de acuerdo, me he sentido fascinado por este autor con una historia tan particular. Su enanismo parece que era psicológico, como en el caso del protagonista de "El tambor".
    Cualquier otro se habría sentido frustrado por esa limitación física, pero él la superó y la llevó a lo más sublime, al reflejar su condición en una obra inmortal, a través de un protagonista que se niega a crecer.
    Gracias, Arión, por tu comentario.
    Un abrazo, viejo.

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  5. De nada. Siempre es un gusto pasar por aquí. Y por cierto yo también vi Finding Neverland y me parece que tenía elementos interesantes, ¿qué piensas tú?

    Y cuando puedas pásate por mi blog y déjame un par de comentarios.

    Saludos,

    Arion.

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  6. Antonio Arbulu Neira dijo:

    Parmenio Arion y Dany si no leistes nada sobre nuestro idolo peter pan te recomiendo que leas mi trabajo que es lindo lindo y lindo y se llama *te acuerdas de Peter Pan* y se los dedico a todos mis colegas del otro ekipo. buskenlo en la web(ada)

    muchos besos a los tres desde Lima Peru

    Antonio Arnulu Neyra
    (a) *Peter Pan*

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  7. Gracias Antonio por tu mensaje.
    Lindo lindo realmente tu artículo. Creo que tengo alguna característica de ese eterno adolescente, pero nada grave, jaja!
    Muchos besos también para ti!

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    1. Mira, Anónimo, no me gusta eliminar mensajes, pero no quiero en mi blog este tipo de "chusmerío de barrio", cosas que se dicen en reuniones de amigos tal vez, pero que no hay modo de probarlas, y si las publicas son calumnias sin fundamento.
      Cuando quieras publicar algún comentario constructivo, aunque sea para expresar tu desacuerdo con mi blog, bienvenido!

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