lunes, 23 de julio de 2012

Volando por la Vía Láctea (2): Monteiro Lobato



Para quienes hayan leído el post Volando por la Vía Láctea y quieran saber algo más acerca del gran escritor brasileño Monteiro Lobato, transcribo este artículo aparecido en el Suplemento Cultural de El Día, escrito por Gastón Figueira y publicado el 11 de julio de 1982.
Gastón Figueira fue un conocido crítico literario montevideano, que siempre mostró fascinación por la cultura del gigantesco país norteño.
Veamos su reseña:


El centenario de Monteiro Lobato no puede pasar silenciosamente entre nosotros. Es un autor que logró repercusión en nuestros hogares y en nuestras escuelas, no sólo por el hecho de que la mayoría de sus obras para niños fue editada en Buenos Aires —y muy difundida en nuestras librerías, aunque creemos que en la actualidad esas ediciones en español están agotadas— sino también porque en su escritura fraternizan la enseñanza y el placer de narrar. Y, sobre todo, porque una de las características más destacables de sus libros para niños reside en el magnífico hecho de que sus personajes están libres de horrores y de fealdades. Nada de lobos que comen a Caperucita luego de haberse tragado a su también indefensa abuela. Nada de reinas envidiosas que piden a su criado que traiga el corazón sangrante de una bella princesita de quien es madrastra. Ni de Barba Azul castigando la curiosidad de quien abriera la puerta de la cámara fúnebre. Nada de esos cuentos que se vienen repitiendo y publicando incansablemente, rutinariamente, porque —aunque parezca increíble— no se ha llegado todavía a una depuración que consideramos urgentísima en este y en otros casos.
A pesar de haber traducido los "Contes de ma mere l'oie" que recogió Charles Perrault, Monteiro Lobato no siguió ese camino. También divulgó en su patria al maravilloso Andersen, a los hermanos Grimm, al Quijote, a Peter Pan, a Pinocho. Porque sus numerosos libros para niños forman dos series: aquellos creados por él y los que él seleccionó, adaptó y divulgó. Lógicamente, su obra personal es la que más nos interesa y a ella nos referiremos. Son libros claros y límpidos como la luz de Brasil, como las olas de sus playas atlánticas. He ahí sus personajes: dona Benta, Pedrinho, Tía Nastacia, Emilia. He ahí su libro "O Saci" que, al entrar en la rica mina del folklore autóctono, hace desfilar un mundo de encantamiento agreste, oloroso a selva amazónica.


Es tradicional, en la vida familiar brasileña de hace algunos años —y todavía en el campo y en ciertas poblaciones pequeñas— la "mae-preta", es decir, la "madre negra" o sea la nodriza de ese color que, al cuidar de la crianza de los niños ajenos, les va relatando narraciones fantásticas que conoce desde pequeña. Como esa "mae preta" está bastante alejada ya de los días cosmopolitas y febriles que vivimos, podemos afirmar que los libros de Monteiro Lobato, aquellos que él escribió para los niños, vienen a sustituir, a su manera, a la incansable relatora de lindos cuentos, la que llenó las cabecitas infantiles de mil sabrosas leyendas y arrulló muchas cunas, muchas cunas con los cariciosos retornelos de inolvidables fábulas. Ese mundo que Lobato presentó a los niños se caracteriza por su tónica ampliamente optimista, no faltando sutiles toques de ironía que se abren en una sonrisa bienhechora. Sus libros titulados “Reinações de Narizinho", "Caçadas  de Pedrinho", "Histórias de Tia Nastácia ", "Serões de Dona Benta " son algo ya inseparable de la familia brasileña, como un rayo de sol o como un vaso de agua. Corresponde destacar asimismo el amplio sentido didáctico, en el mejor sentido del epíteto, de libros como "Geografía de dona Benta" que enseñan de la manera más encantadora, con diálogos llenos de gracia, con insinuaciones sutiles, de manera que el niño va asimilando casi insensiblemente todo un aprendizaje que, por lo general, se ha venido dando de una manera demasiado directa en la mayoría de los casos.




Cuando, en 1948 se conoció la saudosa noticia de la muerte de este escritor, todo lo que su patria tiene de más significativo en la intelectualidad expresó su profundo pesar y dijo su palabra de apreciación, casi siempre coincidente en el fervor admirativo. Ciertamente, su personalidad es multifacética y ello motivó que no en todas las circunstancias se hiciera referencia a sus libros para niños, que son numerosos y que en la obra total de este escritor ocupan un sector tan amplio como trascendente. De esas opiniones destaco una en la que Ledo Ivo —uno de los mayores poetas de la penúltima generación literaria brasileña— dice su emoción en esa hora. 
"Ante la noticia de la muerte de Monteiro Lobato, mi infancia renació; haciéndome retornar a los días antiguos, en que las aventuras de sus personajes —que fueron también las aventuras de su espíritu— se incorporaron a mí, nutriéndome y conquistándome. Es en nombre de esa infancia, visitada por su obra que lo tornó amado de niños, que yo lo saludo ahora, a ese gran escritor dotado de tan extraordinaria simpatía humana y de tanta vitalidad de imaginación. Por vez primera en nuestra historia literaria, el público de pantalones cortos se transformó en el crítico vigilante de la obra de un adulto, consagrándola. Y creo que Monteiro Lobato tuvo bien presente ese juicio, que lo consoló de muchas amarguras terrestres".


Por mi parte, recordaré que cuando esos libros no eran conocidos en Montevideo sino por los especialistas —es decir, antes de ser traducidos al español— la circunstancia de mis frecuentes viajes a la inmensa república hermana me había hecho fraternizar con varias de sus páginas. Yo veía libros de Monteiro en la escuela carioca como en la vieja casa colonial de Bahía y Recife, o en la choza de hojas de palma que escucha la gigantesca sinfonía amazónica.
Libros alegres, pulcramente impresos en la editorial de la que él era principal propietario y muy lúcido director literario. Pudo vivir de su pluma, realizando grandes progresos económicos, pues los libros de su autoría se vendían por muchos millares y algunos sobrepasaron el millón de ejemplares —y eso en vida del autor.




Por los años veinte, Lobato era algo conocido entre nosotros, pero no precisamente a través de su personalidad de escritor para los niños. ¡Y eso que en esa época la literatura infantil era —incluso en Brasil— algo escaso, escasísimo! Sin embargo, aclaremos que no era precisamente por esa ausencia de buenos libros para niños, que los de Monteiro Lobato lograban tan amplia difusión, pues ellos serían igualmente apreciables en un país de densa bibliografía en la materia. En la actualidad, puede decirse que no hay un solo escritor brasileño — poeta o narrador— con prestigio en la literatura creativa, que no posea en su bibliografía por lo menos un libro para niños, libro que en ese país—gracias a su densa población, que estimula a las grandes editoriales— se edita bellamente, con ilustraciones a todo color y hasta, a veces, con verdadero lujo.
No quiero olvidarme de la valiosa obra de Monteiro Lobato que no está destinada a los niños: sus cuentos y su novela "O choque das razas ou O Presidente Negro" editada en 1926. Sus cuentos se inician precisamente con su libro primigenio, famosísimo: "Urupês" (nombre de cierto vegetal brasileño, del que existen diversas especies) cuya primera edición apareció en 1918. El hecho de que Ruy Barbosa elogiara públicamente al "Jeca Tatu" de ese libro (el Jeca Tatu es un personaje telúrico muy brasileño creado por M. Lobato) fue decisivo en su prestigio y difusión. Otras obras narrativas de este autor: "Cidades mortas" (1919) y "Mundo da lua" (1923) sin olvidar sus agudos ensayos: "As ideias de Jeca Tatu" y "Crónicas o memorias de Viagem", posterior.


El Doodle por los 129 años de Monteiro Lobato


En su narrativa pueden observarse, sobre todo, dos aprendizajes o hermandades literarias: Rudyard Kipling en lo agreste y Guy de Maupassant en la técnica y en el gusto del desenlace imprevisto (recordemos el cuento del préstamo del collar, del francés).
Intelectual de vasta cultura, de fecunda curiosidad y de una admirable capacidad de trabajo, Lobato publicó decenas y decenas de sus traducciones de las principales obras de muy famosos escritores de Europa, Asia y Estados Unidos: Einstein, Ernest Hemingway, Will Durant, Maeterlinck, Thornton Wilder, Jack London, Lin Yutang, H. G. Wells, Eleanor Porter, Herman Melville, André Maurois, Bertrand Russell, Nietzsche, Hans Staden, Mark Twain, Kipling, Jean Webster, etc. contribuyendo así a la obra de difusión cultural popular.
Monteiro Lobato niño
Nacido en Taubaté (estado de San Paulo) el 18 de abril de 1882, José Bento Monteiro Lobato falleció en la ciudad de San Paulo el 4 de julio de 1948.
Fue sin duda por su copiosa literatura infantil que en su entierro se vieron lágrimas de niños. Luego, en Río de Janeiro y en San Pablo se organizó una colecta para levantar un monumento a este gran escritor.

2 comentarios:

  1. Los libros para niños siempre son importantes, sin ellos mucha gente llegarían a la adultez sin mayor amor por la lectura. La labor de Monteire Lobato, entonces, fue muy importante.

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    1. Sí, este hombre tan prolífico debería ser más conocido por las nuevas generaciones.
      Mi intención en este caso es contribuir con un artículo en nuestro idioma a una mayor difusión del gran Monteiro Lobato.
      Gracias, Arion, como siempre, por estar ahí.

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