viernes, 20 de noviembre de 2009

Karl Heinrich Ulrichs


El creador del término “uranismo” fue un personaje fascinante, con el cual tenemos una de esas deudas que nunca se pagan.
Les dejo un extracto del emocionante capítulo que le dedica
Francis Mark Mondimore, en su libro “Una historia natural de la homosexualidad” (traducción de Mireille Jaumá, Ed. Paidós, 1998):


Karl Heinrich Ulrichs (1825-1895)

Fue una de las primeras personas que utilizó el concepto moderno de orientación sexual. Acuñó un vocabulario completo para describir a las per­sonas homosexuales (varios años antes de que un compatriota suyo alemán hablara de la palabra ‘homosexual’ en un panfleto). Dentro de su contexto his­tórico, las ideas de Ulrichs pueden considerarse revolucionarias. Inspirado por su convicción de que la orientación sexual era innata, inamovible y por consiguiente «natural», este hombre valiente y notablemente perspicaz luchó de forma incansable para modificar la actitud antihomosexual en Alemania y en Europa.

Mediante el detallado y concienzudo examen de su propia atrac­ción por otros hombres, Ulrichs se fue convenciendo de que la orientación sexual era una característica humana estable e inherente y que la homose­xualidad era una forma válida y natural de expresión sexual humana. Su vida fue una cruzada para convencer a otros de ello.

Ulrichs vivió y escribió en una época en la que el contacto sexual con per­sonas del mismo sexo se consideraba con horror «un delito contra natura». Su nueva y revolucionaria idea extraída de sus propias experiencias era que, en algunos individuos, el amor hacia personas del mismo sexo era algo natu­ral y, por consiguiente, no era un delito (ni un pecado): «No existe el amor antinatural. Donde hay verdadero amor también hay naturaleza».

Entre 1864 y 1869, Ulrichs publicó y costeó bajo el seudónimo «Numa Numantius» la edición de varios monográficos titulados «Investigaciones so­bre la clave del amor entre hombres». A cada uno de esos libretos le dio un título de origen clásico, latino o latinizado, como Vindex (Victoria) o Ara spei (Altar de la esperanza); allí explicaba sus teorías, incluía material biográfico y autobiográfico, debates filosóficos y políticos, e incluso poesía.

Ulrichs creía que era posible ser un “anima muliebris virili corpore inclusa”: tener un alma de mujer en un cuerpo de hom­bre. Llegó a la conclusión de que esta persona representaba al «tercer sexo». Como no existía vocabulario para este concepto, Ulrichs lo inventó, reto­mando las nuevas palabras de un pasaje de la apropiada obra de Platón, “El Banquete”:

‘Si sólo hubiera una Afrodíta, sólo habría un amor; pero como existen dos diosas, debe haber dos amores... La mayor, sin madre, a la que se denomina Afrodita celestial, hija de Urano; a la menor, hija de Zeus y Dione, la llamamos con el nombre común...
El amor de la descendencia de la Afrodíta común... puede ser de las muje­res... Pero la descendencia de la Afrodita celestial (uraniana en otras traduccio­nes) se deriva de una madre en cuyo nacimiento no participa la mujer... Quienes se inspiran en este amor, buscan a los hombres.'

Urichs acuñó las palabras Uranier y Dionäer para designar respectiva­mente a los «hombres que amaban a otros hombres» y a los «hombres co­rrientes». Posteriormente simplificó estos términos por Urning y Dioning para designar lo que actualmente se denominarían hombres homosexuales y hete­rosexuales. En los posteriores añadidos a sus libretos «Investigaciones», Ul­richs elaboró y amplió su teoría creando una clasificación completa de las po­sibles orientaciones sexuales. Las mujeres que se sentían atraídas por mujeres eran Urningin. El Urano-dioníng se sentía atraído por hombres y mujeres, una persona a la que denominaríamos bisexual. Incluso acuñó un término para el dioning que, a falta de pareja femenina, practicaba temporalmente el Uranismus (homosexualidad): el Uraniaster. Al homosexual que se casaba debido a la presión social y vivía como un heterosexual le llamaba Virilisirt, un urning virilizado (masculinizado). Posteriormente, Ulrichs subdividió a los urnings en dos subcategorías: Mannling, un homosexual masculino y Weibling, un ho­mosexual afeminado; pero reconoció que entre ellas podían establecerse «mi­les de gradaciones».

Ulrichs no era un académico, sino más bien un activista que se había con­vertido en un apasionado convencido de la validez de sus ideas basadas en su propia experiencia, y recabó experiencias de otros urnings que leyeron sus panfletos y le escribieron acerca de sí mismos. Ulrichs compartió sus escritos con médicos que estaban realizando trabajos de medicina sobre el tema de la sexualidad y presentó expedientes y demandas en los juicios contra urnings.

En 1867 asistió al congreso de juristas alemanes reunido en Munich para discutir los cambios que se debían introducir en los có­digos legales, y se le permitió dirigirse a la asamblea, el acontecimiento que llevó a Ulrichs a estar más cerca que nunca de introducir un cambio real en los códigos penales que castigaban la homosexualidad. Cuando habló ante los juristas alemanes, Baviera era uno de los últimos Estados alemanes que no castigaban la homosexualidad.

Ulrichs apenas había terminado la introducción de su propuesta al Con­greso en contra de las ordenanzas antihomosexuales cuando fue interrumpi­do por gritos de «¡Deténgase!». Intentó continuar su discurso varias veces, interrumpido repetidamente por silbidos y preguntas molestas, pero final­mente se vio obligado a bajar del estrado ante el griterío de los delegados. És­tos pidieron que se suprimiera la propuesta de Ulrichs, que no había sido leí­da ni escuchada por el Congreso, «en pro de la moralidad», y aquí acabó el tema. Este fracaso marcó el final de los intentos de Ulrichs de influir en la reforma legal.

En 1880, a la edad de cincuenta y cinco años, Ulrichs abandonó Alema­nia para irse a Italia, estableciéndose en la población montañesa de Aquila. Dejó de escribir sobre el «uranismo» y se dedicó a escribir historias peregrinas y poesía pastoral, y a editar un boletín escrito íntegramente en latín de­nominado Alaudae (Las alondras). Se carteaba con y le visitaban aquellos que una generación más tarde tomarían la antorcha, ahora chisporroteante, de la emancipación homosexual: John Addington Symonds y Magnus Hirschfeld. Las ideas de Ulrichs fueron demasiado revolucionarias para su tiempo, y mu­rió pobre y ciego a la edad de setenta años, en 1895.

Aunque el vocabulario pseudoclásico de Ulrichs no llegó a ser aceptado, sí lo fue su idea de la identidad homosexual. Su concepto del urning, del ho­mosexual «natural», contrastaba con el concepto planteado por otros, según el cual la atracción por las personas del propio sexo era un síntoma de dege­neración o enfermedad física o mental.


No se pierdan un merecido homenaje a Ulrichs en:

http://www.angelfire.com/fl3/celebration2000/spanish.html


Más información on line:

http://wapedia.mobi/es/Karl_Heinrich_Ulrichs

http://wapedia.mobi/es/Uranismo
(Imagen tomada de la Wapedia)

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