Pierre de Ronsard fue un poeta francés del siglo XVI, uno de los más célebres de su patria, integrante del grupo denominado “La Pléyade”, que integraban también Baif, Bellay, Belleau, Jodelle, Thyard y Daurat.
El movimiento marcó un retorno a la poesía antigua. Bellay propuso el abandono de los géneros trovadorescos y la adopción de la epístola, la elegía, el epigrama, la oda, la sátira, la égloga y el poema épico, además del soneto, “docta y agradable invención italiana”.
Recuerdo en estos momentos a Don Antonio Machado, que cortaba “las rosas viejas del huerto de Ronsard”. Aun en pleno siglo XX, al cumplirse en 1924 el cuarto centenario de su nacimiento, un grupo de músicos franceses escribió una serie de composiciones para los versos del célebre poeta de la Pléyade.
Al comentar ese homenaje, decía Alberto Soriano: “...demostrando de modo elocuente la perennidad de una inspiración que ha resistido el transcurso de cuatro siglos, y cuya belleza perdura aún en la cultura de todo el occidente”.
Y nosotros, habitantes ya del siglo XXI, somos esos jardineros de sueños que todavía cortamos rosas fragantes en aquel viejo y melancólico huerto.
En una noche a fines de octubre de 1585, ya en su lecho de muerte, Pierre de Ronsard recuerda los versos finales de Adriano, y a la mañana siguiente le murmura a Galland o a Binet su versión adaptada, para que la escriban:
graciosita, dulcecita,
querida moradora de mi cuerpo,
que hacia abajo vas, debilita,
flaquita, pálida, solita
al frío reino de los muertos:
mas simple, sin remordimiento
de muerte, rencor ni veneno,
despreciando favores y tesoros
tan codiciados del vulgo.
He dicho, transeúnte: sigue tu fortuna,
no turbes mi reposo, que yo duermo.”
Como él mismo dijo, deseaba haber hecho el pequeño poema de Adriano con sabor “más cristiano”. Pero, por lo menos, en su versión hay verdadero encanto, “pathos” y la necesaria resignación. Es tan relativamente cristiana como la versión hecha por su compañero en catolicismo, Pope, después de haber vagabundeado tanto entre los distintos filósofos:
“Chispa vital de la divina llama,
deja, oh, deja ya este molde mortal...”
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Fuentes:
-“Ronsard” por Wyndham Lewis, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1945.
-“Diccionario de Literatura Universal”, Ed. Raigal, Buenos Aires, 1956.
-La cita de Alberto Soriano es del Suplemento Cultural de El Día, artículo “Los músicos de Pierre de Ronsard”, Montevideo, 26 de febrero de 1956.
La imagen superior es de “Las Pléyades”, cuadro de Eliuch Wedder.
La otra, un cuadro de Anna Lea Merritt, pensado primero como relieve en bronce para la tumba de su marido Henry, fallecido en 1877, sólo tres meses después de la boda.
Pero qué sorpresa!!! Y lo guardadito que lo tenías... Ok... hay MUCHO por LEER!!! así que, a imprimir y a leer... pero, desde ya te digo que me gusta la estética que le has dado... ¿se lo has dicho a Pe-Jota? se sentiría muy bien de leerte!
ResponderEliminarYo hace rato que no publico, pero las casas no están cerradas, sólo la dueña anda revoloteando en otras nubes, jeje...
Un besote y QUE ORGULLO LEERTE AL FIN!!! FELICITACIONES!!!
Gracias, mi Hada!
ResponderEliminarSeguiré publicando, a esta altura es como una terapia.
Te quiero mucho, ya lo sabés.