jueves, 3 de diciembre de 2009

Alberto Nin Frías: exilio y muerte



“Soy con vos desde que el violoncelo de vuestra gran música espiritual me ha embriagado con su nota grave, difusa, humana, hondamente profética.”
(Julio Herrera y Reissig, en carta a Nin Frías)

Busqué un olvidado, no necesariamente para hacer justicia. Simplemente para recordar.
¿Cómo es que se producen semejantes enterramientos?
Encontré a Alberto Nin Frías

(Diego Castro, en “El mirlo blanco”)


Nin Frías en Suardi

Los últimos tiempos de Alberto Nin Frías en el exilio fueron sin duda muy duros. Sabemos que murió en la pobreza.
Ya dijimos que las razones de su alejamiento del Uruguay no están claras.
¿Habrán sido calumnias acerca de su apego al “uranismo” las que lo forzaron a alejarse del país?
Tal vez nunca lo sabremos.
El escritor emigra tempranamente con su familia a Inglaterra en 1887, y retorna a nuestra ciudad en 1896.





Un comentario que escribió para el libro “El carácter nacional”, de Rafael Arias Buccelli –publicado en Montevideo en 1906-, quizá nos dé una clave para acercarnos a cuál era su sentimiento acerca del ambiente en su tierra natal:“Su libro constituye toda una revelación, porque ha venido a poner de relieve en una síntesis muy interesante todas las debilidades, todos los males y vicios de nuestra sociedad joven e imprevisora; y es que esta obra es un fortificante contra el mundo odioso de la calumnia y el vicio”.
En 1908 comienza un primer exilio, un exilio “diplomático”, “probablemente a causa de un affaire erótico no aceptado”.
En 1915 es “pasado a disponibilidad”, y al año siguiente toma la nacionalidad argentina a la que tenía derecho por ser su madre de ese origen.



En Suardi, lugar lejano de la provincia de Santa Fe, tuvo un amigo, confidente y protector que también era un exiliado y que se llamó Pedro Badanelli, un cura que fue posteriormente conocido como “la sotana de Perón”.

Sacerdote y abogado criminalista, había nacido en Sanlúcar de Barrameda en 1899. Fue creador de la cátedra de Psicología Jurídica en la Universidad del Litoral.
Dictó la primera cátedra creada en la Argentina sobre Cervantes (en el Liceo Municipal de Santa Fe).
Notable orador y novelista, autor de unas veinte obras, entre ellas ‘El derecho penal en la Biblia’. En 1962 publicó, prologó y comentó las
'13 cartas inéditas de Miguel de Unamuno a Alberto Nin Frías'.Fue también consagrado Obispo Titular de Caná de la American Orthodox Catholic Church, con Exarcado en Roma. Uno de los principales impulsores de la iglesia disidente en Argentina.


Badanelli todavía vivía cuando, en 1981, un grupo de admiradores de Nin Frías reeditó en Buenos Aires el libro “Tres expresiones del espíritu andaluz”.

Con muy buen humor comentó el hecho de que en ese libro Nin Frías lo da por nacido en Sevilla:
“...no sé de dónde pudo sacar Nin Frías que yo nací en Sevilla. Pero puesto que él lo afirma con tanta seguridad puede que esté en lo cierto.
........
Si así lo sostuvo y lo escribió él, a mí no me queda sino recordar la famosa frase de Pilatos: ‘lo escrito, escrito está’. De lo único que estoy seguro (de esto sí) es de que soy un andaluz auténtico, vale decir un tipo que posee el sentido festival de la vida, que no en otra cosa consiste el saberse y sentirse andaluz.”

Y seguramente Nin Frías se habrá sentido muy a gusto cerca de un hombre con esta visión positiva de la vida, si bien fue una amistad que duró tal vez unos escasos dos años, y no mucho más.

En un pasaje de su libro “Tres expresiones...” el escritor dice que todavía no conoce personalmente a Badanelli, de quien ha oído que vive “misantrópicamente en el tropical norte santafecino”. Y agrega que a Lorca tampoco lo conoce personalmente, a pesar de su esfuerzo por encontrarse con él en la visita del poeta a Buenos Aires.
Ahora bien. García Lorca partió definitivamente de la capital argentina el 27 de marzo de 1934. O sea que el encuentro y la posterior relación amistosa de Nin Frías con Badanelli se extendió, cuanto mucho, desde fines del 34 hasta su fallecimiento en marzo del 37.


Nin Frías llega a Suardi enfermo y pobre, y se aloja en la modesta fonda de Lahitte. Cuando empeora su salud -a causa de la hidropesía- es humanitariamente asistido por su colaborador, el joven poeta suardense Osvaldo Garigliano.
Presintiendo su muerte ya cercana, nombra a Badanelli su heredero universal y único albacea literario por acto testamentario de última voluntad.
Según cuenta Castro en “El mirlo blanco”, el escritor le reveló al sacerdote su deseo de que sus restos descansaran a la sombra de dos árboles. El deseo fue cumplido; Badanelli plantó dos cipreses a ambos lados del sepulcro, pero con el paso del tiempo y posiblemente por desconocimiento, a lo cual se sumó la necesidad de espacio en el cementerio, esos árboles fueron talados.
No era extraño ese anhelo en un escritor que, al igual que otro uruguayo de la época, Vicente Salaverri, se había convertido en un apóstol del culto al árbol, habiendo hecho una importante contribución al establecimiento del Día del Árbol en Hispanoamérica.


Hubo otro personaje de Suardi que cuidó de Nin Frías más allá de la muerte. Un pintor, Felipe Mandolini, que durante muchos años, cada vez que llegaba el Día de Difuntos, pintaba a la cal el pobrísimo túmulo donde yacía el escritor.
Vaya mi homenaje, en la persona de ese humilde obrero -y de Garigliano- a todo el pueblo argentino que siempre nos ha tratado a los uruguayos con tanta calidez, como si fuéramos nacidos allá.

Por último, quisiera mencionar a Mareilí Sordello.
En el artículo –ya citado- de José Assandri en “Brecha”, se hace referencia a esta escritora de Suardi, cuyo apellido coincide con el nombre de la novela autobiográfica de Nin Frías.
Dice Assandri:
“Pero ¿quién podía suponer que una familia de apellido Sordello se instalara en la misma localidad donde más tarde murió Nin Frías? Para Mareilí Sordello el título de la novela autobiográfica de Nin Frías debió haber sido un poco más que sugestivo.”
Así fue que, Mareilí quiso saber algo más acerca de Alberto Nin Frías, y por eso escribió una primera carta al Consulado de Uruguay en Rosario, y posteriormente también le escribió al vicepresidente uruguayo, Rodolfo Nin Novoa, tratando de obtener información acerca de “el escritor” –como lo conocen en Suardi-, pero nadie supo decirle nada. Un autor uruguayo tan original, ha llegado a ser casi un desconocido en su propia tierra.

Hay en la web un precioso relato de Mareilí Sordello acerca de los últimos momentos de Nin Frías, que pueden leer en esta dirección:


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Fuentes:



-“Tres expresiones del espíritu andaluz”, por Alberto Nin Frías, Editorial Darío, Buenos Aires, 1981

-Noticia on line de “La Opinión” de Rafaela (marzo de 2007)

-Artículo de José Assandri en “Brecha” (enero de 2008)

-Ídem, en “Lapzus 3”, suplemento de “Brecha”

-Ensayo on line de Diego Castro, “El mirlo blanco”

- "Pedro Badanelli: la sotana española de Perón", por José Carlos García Rodríguez, Ed. Akron, 2008

- Artículo de Mirtha Cohitinho en “Revista Metodista” nro. 196

Imágenes de Nin Frías:
La primera, está tomada del documento en PDF de Castro, una hermosa imagen juvenil del año 1900.
Insertamos otras dos como aporte a la escasa iconografía
de este escritor:
La que aparece en el libro “Uruguayos Contemporáneos” de Arturo Scarone, Montevideo, 1918.
Por último, la foto que está al comienzo de la edición moderna de “Tres expresiones...”, y que lo muestra ya en su madurez, dictando una conferencia.

El mapa donde se marca la ubicación de Suardi y Balnearia -con referencia a las ciudades de Santa Fe y Córdoba- está tomado del “Atlante Internazionale” del Touring Club Italiano de 1927
.

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