sábado, 19 de diciembre de 2009

Maxwell Armfield y su tributo a Walter Pater


Maxwell Armfield (1881-1972) fue un artista británico –ilustrador y escritor- de larguísima vida, educado en aquellos colegios de los que ya hablamos, donde se vivía una de las “primaveras” históricas del homoerotismo.

Era apenas un adolescente cuando falleció Walter Pater, pero ya vimos la enorme influencia que la obra de este escritor tuvo sobre aquella generación de estudiantes ingleses.

Comenzó sus estudios de pintura en Birmingham.
Para sus cuadros, empleó sobre todo la témpera.
Es muy sugestivo que su “Autorretrato”, pintado en 1901, haya sido usado recientemente por la Universidad de Oxford como tapa de la nueva edición del clásico de Oscar Wilde, “El retrato de Dorian Gray”.

Estudio de desnudo para el cuadro
"I saw three ships"



En 1902 continúa sus estudios de arte en una academia de París.

En esa misma ciudad, en el Salón de Bellas Artes de 1904, exhibe su cuadro “Faustina”, que fue adquirido y donado para el Museo de Luxemburgo.

Al año siguiente, en el mismo Salón, presenta la obra que reproducimos aquí, “Jacchos”, “A la memoria de Walter Pater”.
La pintura muestra al dios Baco, o Dionisos, en la figura de un adolescente ciertamente andrógino. A Pater le hubiera encantado este homenaje de Armfield.




Maxwell Armfield se casó en 1909 con la dramaturga Constance Smedley, junto a quien trabajó en una perfecta combinación de talentos. En 1915 se fueron a vivir a EEUU, donde permanecieron algunos años.
Como dice la biografía, Armfield vivió tanto que su arte, ya pasado de moda, volvió a ser apreciado en sus últimos años de vida.
Un disco de Fleetwood Mac editado en 1969 luce un diseño suyo en la portada.


En cuanto a las claves simbólicas del cuadro “Jacchos”, acudimos a los mitógrafos:

El culto de Baco tiene su origen en Tracia. Se le festejaba durante la noche del solsticio de invierno, en que las mujeres formando círculos, muy excitadas y con antorchas, celebraban la “Orgía”. Las danzas salvajes, la disipación mental, el alborozo y la arrebatada música de flautas, junto con el consumo de bebidas embriagadoras, especialmente vino, que los tracios elaboraban desde muy antiguo, las conducían a un estado de éxtasis durante el cual creían unirse al dios.
Sacrificaban animales, bebían su sangre y se cubrían con sus pieles.
Según los gritos que ellas lanzaban, así se llamaba también al dios, Baco o “Iacco”.

El símbolo más antiguo del culto a Dionisos fue un pilar o columna, probable reproducción de algún árbol sagrado, al que añadían una especie de careta y vestidos formando las imágenes del culto. Dionisos vivía en el árbol mismo, puesto que las más antiguas bebidas embriagadoras se extraían del jugo de algunos árboles, haciéndolo fermentar.

Se le representó con figura barbada y completamente vestido hasta el siglo IV A.C., y también como niño en brazos de Hermes o de algún Sátiro.
Después de Praxíteles, que lo representó desnudo o cubierto con una piel de ternera, su figura aparece siempre desnuda y con aspecto juvenil.

Acerca de su aspecto andrógino, sabemos que cuando era apenas un niño, su padre, Zeus, encargó a Perséfone de su cuidado, y ésta lo llevó al rey Atamante de Orcómenos y su esposa Ino, quienes lo criaron en las habitaciones de las mujeres, disfrazado de niña.
Cuando llegó a la edad viril, Hera lo reconoció como hijo de Zeus a pesar de su aspecto femenino, y lo enloqueció.
También en Orcómenos se presentó ante las hijas de Minia en forma de muchacha.

En cuanto al báculo y la corona de hiedra, eran atributos clásicos del dios. Recordemos la maravillosa estatua del Antinoo Braschi en la Sala Rotonda del Vaticano, en la cual pensamos inevitablemente al mirar el cuadro de Armfield, o esta acuarela que representa a una bacante:



Cuenta la leyenda que Dionisos se fue a recorrer el mundo acompañado de su preceptor Sileno y un ejército salvaje de sátiros y ménades, cuyas armas eran el báculo con hiedra enroscada y una piña en la punta, llamada tirso (thyrsus), y espadas, serpientes y bramaderas que infundían terror.
La hiedra estaba consagrada a Dionisos por su color siempre verde, su fuerza vital, invariable aun en invierno, y sus frutos fuertemente embriagadores.

La guía principal de la fábula mística de Dionisos es la difusión del culto de la viña por Europa, Asia y el norte de África.
Allí donde llegaba, propagaba la alegría y el terror, y la historia de los viajes del dios está saturada de locura, de horrendos asesinatos, de descuartizamientos y canibalismo.


Fuentes:

-Catálogo ilustrado del Salón de 1905, Sociedad Nacional de Bellas Artes, París.
-Mitología griega y romana, por Hermann Steuding, Labor, 1953.
-Los mitos griegos, por Robert Graves, Alianza, 1995.

El autorretrato de Maxwell Armfield y la tapa del disco están tomados de la Wikipedia.
“La Bacante” es una acuarela de John Colher (fines del siglo XIX).

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